19 marzo, 2024

La espectacular ilustración de Mariusz Kozic, de la marcha de Julio César y su Legión X Gemina sobre los territorios galos, nos puede servir a la perfección para acercarnos a la visión que íberos y celtas tuvieron de los recién llegados durante la conquista romana de Hispania.

Dos siglos pasaron entre el momento que Cneo Escipión desembarcó con las primeras legiones romanas en Ampurias, hasta que las tropas de Augusto barrieran del mapa los últimos reductos cántabros. Es evidente que no fue una guerra continúa, sino un largo proceso que a partes iguales contenía periodos de duro sometimiento, con otros de relativa calma donde primó la romanización, vocablo adoptado por la historiografía latina para significar los periodos donde la cultura romana fue calando en los pueblos conquistados.

Debemos comenzar señalando que íberos y celtas asistieron como invitados de lujo a la lucha entre cartagineses y romanos, su actuación en aquellos momentos será determinante en el futuro, es evidente que este pasó por los apoyos mostrados a un bando o al otro. Pese a que los cartagineses fueron expulsados en el año 205 a. C. desde su último refugio en Gades (Cádiz), habría que esperar hasta el año 197 a. C.  para que el senado romano pusiese las bases de las dos primeras provincias romanas de Hispania. Así nacían la Ulterior y Citerior, como verdaderas puntas de lanzas para el control de los recursos de la zona más rica conquistada por los romanos desde su salida de Roma, un par de siglos antes.

Hispania en el año 197 a. C.
Hispania en el año 197 a. C.

Será a partir de ese punto (197 a. C.) y hasta la toma de Numancia en el año 133 a. C. los momentos más duros de toda la conquista y donde los pueblos indígenas, celtas e íberos, se toparon de frente con el mayor poder que el Mediterráneo había conocido. Nada más y nada menos, que 41 gobernadores envió el Senado romano para comandar la conquista romana de Hispania durante este primer periodo. Entre ellos podemos significar que los hubo de diferente condición, los que llegaron dispuestos a arrasar y los que pensaron que lo mejor era pactar, podemos decir que el símil hollywoodiense de “el poli bueno y el poli malo”, estuvieron presentes en Hispania.

Un inciso para significar que denominarlos héroes y villanos es un simple recurso narrativo, no es intención del que suscribe catalogar a estos personajes, ni mucho menos encasillarlos en estos adjetivos, sino que más bien significar algunos aspectos de su paso por Hispania durante la conquista romana.

Los primeros años, los dos ejemplos más evidentes.

Tras la provincialización señalada por el Senado romano, en dicho año 197 a. C.  las revueltas eran contantes, hay que significar que Roma solo tenía el control de las zonas más cercanas al mar Mediterráneo, a lo sumo su área de expansión se introducía por los valles del Ebro o del Guadalquivir hacía el interior peninsular. En un contexto donde las menguadas legiones romanas eran puestas una y otra vez a prueba por los pueblos indígenas, con sus cuarteles atacados continuamente, sin duda, el caldo de cultivo perfecto para la llegada del primer villano.

Marco Porcio Catón.

Según todas las fuentes un hombre hecho a sí mismo, declaradamente belicista y anti-griego, de familia humilde, pero que con el apoyo de un patricio se acabará convirtiendo en Cónsul. Esto sucedió en el año 195 a. C. y acto seguido es enviado a Hispania junto a los dos pretores que tenían que revelar a los gobernadores de las dos provincias hispanas, véase Claudio Nerón a la Ulterior y Manlio a la Citerior. Junto a los tres al menos dos legiones y varios grupos de apoyo que desembarcaron en Rosas en el verano de dicho año. Allí le esperaban dos legiones más, en total alrededor de 60.000 hombres a su servicio, la consigna era clara acabar con las rebeliones de la Península ibérica.

Catón conquista romana de Hispania
Catón

Los primeros en probar la receta de Catón fue el pueblo de los Ilergetes, dispuestos a pactar con Roma una paz negociada a cambio de asentamientos estables, fueron barridos del mapa. Los siguientes los bergistanos, un pueblo íbero asentado en los valles pre pirenaicos que osaron levantarse contra el recién llegado, poco más se supo de ellos. Tras las primeras represiones íberas, Catón hizo llegar un mensaje a Roma; “de la guerra no os preocupéis, se alimenta sola”.

Después de dejar vía libre en los territorios del noroeste hispano y preparar las tropas en Ampurias, decide poner sus miras en el valle del Guadalquivir. Allí los turdetanos no parecían estar muy de acuerdo con aceptar la romanización y decidieron pedir ayuda a los celtíberos para quitarse el yugo. No queda muy clara la respuesta de Catón, pero parece que no hizo mucha falta que las legiones romanas se emplearan a fondo, al llegar a la zona los celtíberos acataron los pactos y abandonaron el lugar. Tras lo cual el Cónsul romano decide volver al lugar de partida, pero en vez de pasar por los territorios controlados, decide visitar el interior, será la primera vez que Roma conozca la poderosa Numancia, la cual decide poner en el punto de mira de nuevas campañas.

A su vuelta a Roma, Catón portaba 25.000 libras de plata y 1.400 de oro, era evidente el sistema que había empleado y que sería la base de la conquista los próximos años. Conocido como el “sistema catoniano”, consistía en el sometimiento por la fuerza, uso de la presión armada, instalación de puestos defensivos, y sobretodo esquilmar los recursos minerales de Hispania.  Así fue, al menos hasta la llegada del primer héroe.

Tiberio Sempronio Graco.

Los años siguientes a la marcha de Catón pocas cosas cambiaron, las revueltas cada vez estaban más organizadas. Dos pueblos indígenas se pusieron a la cabeza de las mismas y en continuos pactos entre ellos, me refiero a los Lusitanos y Celtíberos. Junto a ellos, vascones, vacceos, cántabros o turdetanos, entre otros, no dudaban de poner sus hombres a disposición de los primeros. Entre el 193-180 a. C. no se conoció el más mínimo periodo de paz, los errores que estaba cometiendo Roma eran claros. Lejos de intentar una verdadera administración de las nuevas tierras conquistadas, solo les interesó el saqueo de los recursos, los benéficos de estos solo tenían una salida, el ejército romano que debía continuar esquilmando. Aspecto este último que ya venía bien a los pretores y cónsules enviados a Hispania, en definitiva, solo buscaban llegar a Roma cargados de suculentos botines, que les sirviera para subir un escalón más en su reconocimiento social en Roma.

Graco llegó a Hispania en el año 180 a. C.  sus primeros momentos fueron destinados a pacificar la zona de la Celtiberia. Tras mostrar la fuerza de las renovadas legiones romanas, puso en práctica una nueva política inexistente hasta aquellos instantes que consistía en un claro acercamiento a los pueblos hispanos. La evidencia más clara fue la fundación en las cercanías de Alfaro (La Rioja), de una ciudad que llevaría su nombre, Graccuris. La misma debía acoger a colonos latinos e indígenas con la clara intención de ir generando sinergias, para fundir las tradiciones de ambos pueblos. Es evidente que no sería la única ciudad de este tipo, y Graco tendría diversos encuentros con autoridades locales a los cuales les prometía protección a cambio de algunos impuestos. No debieron ser muy abusivos, ya que ocho años después de que Graco abandonara Hispania (171 a. C.), una delegación autóctona se dirigió a Roma para reclamar que se cumplieran las promesas de Tiberio Sempronio Graco.

Moneda de Graccuris, conquista romana de hispania
Moneda de Graccuris

Sus sucesores cundieron con el ejemplo, lo que llevó a Hispania a conocer una especie de tregua durante más de dos décadas, evidentemente interrumpida por algunas revueltas de menor calado. De este periodo destaca la fundación de la primera colonia latina fuera de los territorios italianos; Carteia en las cercanías de Algeciras que cogió en su seno los matrimonios mixtos entre los legionarios romanos jubilados y las mujeres hispanas.

Guerras lusitanas y celtíberas, una cuestión de héroes y villanos.

Habían pasado cerca de 25 años desde que Graco instalará en Hispania la política de pactos, por lo que el levantamiento lusitano en el año 154 a. C., sin motivo claro parece ser que pudo pillar desprevenidas a las legiones romanas. El ejército lusitano pasó como una exhalación por la provincia Ulterior, varias ciudades fueron asaltadas y en su defensa murieron más de 9.000 legionarios. Las noticias rápidamente llegaron a sus vecinos celtíberos que comienzan la preparación de su revuelta, se reúnen las tribus celtíberas, belos y arévacos como cabezas visibles.

Roma no podía perder más tiempo, la revuelta lusitana parecía controlada, pero la celtíbera, a la que podían unirse los menos conocidos pueblos del norte era más peligrosa. Había que encontrar un motivo para intervenir, el elegido, la construcción en periodo de paz de las murallas de Segeda, la capital de los belos, algo prohibido en los pactos de Graco. La primera campaña favoreció a los celtiberos que infringieron una sonada derrota a las tropas encabezadas por Quinto Fulvio Nobilior, permitirme no pronunciarme en si era héroe o villano, algunos lo consideran un poco “sobrado”, que pagó los platos rotos de la precipitación romana. Pese a ello, finalmente arrinconó a los celtíberos en Numancia, para iniciar el episodio más conocido de la resistencia ibérica ante la poderosa potencia romana.

Marco Claudio Marcelo se convertirá en nuestro primer héroe de este periodo bélico. Nombrado en el año 152 a. C. como sustituto de Nobilior, llegó a Hispania dispuesto a renovar los pactos de Graco, de la relativa calma que presidió su paso por la península debemos pensar que con cierto éxito. Se reunió con celtiberos, vetones y lusitanos antes de elegir Córdoba como ciudad desde donde ejercer como gobernador de la provincia Ulterior. Ante la actitud de Marcelo, el Senado romano se dividió entre dos posturas, los halagos a su política, y los reproches de quienes exigían una venganza a los causantes de los últimos hechos. Visto la elección del personaje que llegó después, podemos imaginar quién se salió con la suya.

Marco Claudio Marcelo, conquista romana de hispania
Marco Claudio Marcelo

Lucio Licinio Lúculo fue enviado a Hispania, para convertirse en uno de los más sanguinarios villanos que conoció la conquista romana.  Al llegar (152 a. C.), observó el buen trabajo de Marcelo, la vida dentro de las ciudades celtíberas continuaba con cierta normalidad. Pero este personaje necesitaba reivindicarse en Roma, no podía volver sin su ansiado botín. Acto seguido cruzó el rio Tajo, para presentarse ante la ciudad vaccea de Cuaca, hasta aquel momento los vacceos no habían sido un pueblo de los más belicosos ante los romanos.  Las defensas de la ciudad retuvieron por unos días a las legiones de Lúculo, pero necesitaban pactar con Roma como habían hecho otros pueblos, el problema fue las altas exigencias para una ciudad eminentemente agrícola. La respuesta de Lúculo fue arrasar la población, la matanza entró en los anales de la historia de Roma por la puerta de atrás. Los que pretenden buscar una explicación a este hecho, significan que Roma decidió acabar con el granero de los Celtíberos, ya que una vía pecuaria unía esta ciudad con Tiermes, una de las más destacadas ciudades celtíberas.

Lucio Licinio Lúculo
Lucio Licinio Lúculo

Severo Sulpicio Galba, si el anterior se comportó como un villano, nuestro nuevo protagonista no se quedó a la zaga. Galba llegó a Hispania un año después de Lúculo (151 a. C.), además de su propio ejército contó con el apoyo de los hombres del anterior cónsul, ambos ejércitos se dirigieron a la Lusitania. Aunque sin la contundencia del año 154 a. C. los lusitanos habían continuado saqueando las ciudades romanas del Guadalquivir. Al comprobar las fuerzas de oponente deciden pedir la renovación de los pactos foederati con Roma, Galba accede a las pretensiones de los lusitanos y los cita en tres valles cercanos, que debían convertirse en el lugar de tres asentamientos estables para las tribus lusitanas. Lo sucedido a continuación relatado por los historiadores romanos suele levantar grandes interrogantes. ¿Es normal que las tribus lusitanas entregaran sus armas? Según Apiano, sí. Tras ello son encerrados en empalizadas y masacrados, no se salvaron ni ancianos, ni mujeres, ni niños, entre los que pudieron escapar un tal Viriato, si estaba ese día allí sigue siendo una incógnita, pero que se acabará convirtiendo en el más grande de los héroes hispanos no genera duda.

Severo Sulpicio Galba
Severo Sulpicio Galba

Cayo Hostilio Mancino se convirtió en uno de los personajes más vilipendiados de la conquista hispana, por parte de los romanos. A la llegada de Mancino en el año 137 a. C., el asedio a Numancia se había convertido en la labor principal de todos los generales romanos enviados Hispania. Los resultados hasta aquel memento prácticamente nulos, este hecho no variará con nuestro personaje. Nada más llegar es advertido de la próxima llegada de cántabros y vacceos para liberar Numancia, ante este hecho Mancino decide retirarse a posiciones más ventajosas para repeler la agresión, pero no contó con que podía ser un engaño, es perseguido por los numantinos, que dan la vuelta a la tortilla. Ante el asedio al que fue sometido, no tuvo más remedio que renovar los pactos con Numancia, además la firma llevó el sello de Tiberio Graco, hijo de Sempronio Graco, que viajaba junto a Mancino con el cargo de Cuestor. En su vuelta a Roma fue repudiado y retornado desnudo a las mismas puertas de Numancia, para que los numantinos se hicieran cargo del mismo, estos atónitos le perdonaron la vida.

Reconstrucción de las murallas de Numancia
Reconstrucción de las murallas de Numancia

En este punto muchos podemos pensar que Mancino no puede ser considerado como héroe, ni por hispanos, ni por romanos. Pero a nosotros, catalogarlo como héroe, nos puede servir para ilustrar un aspecto de la conquista romana de Hispania que no debemos olvidar, esta está narrada exclusivamente por Roma. Por lo que podemos llegar a pensar, que los héroes pudieron ser menos héroes y los villanos posiblemente eran  más villanos.

Conclusiones.

Tras la caída de Numancia en el año 133 a. C., todavía faltaba más de un siglo para dar por concluida la conquista. Tanto en el periodo narrado, como en el sucesivo existieron muchos más héroes y villanos, sin ir más lejos los dos que acabaron con los grandes protagonistas de la resistencia hispana. Escipiano Emiliano “el numantino” que levantó el cerco sobre la capital celtíbera, y Quinto Servilio Cepión, que pasó a la historia como el inspirador de la tracción que acabó con la vida de Viriato. En definitiva, la conquista romana de Hispania, fue una historia de sangre, traiciones y destrucciones, pero también de esperanza que llegó junto a aquellas legiones por las recién construidas vías romanas. Esperanza de cambios, de unión bajo una misma cultura de todos los pueblos del mediterráneo y por qué no decirlo de engrandecimientos de las ciudades y de las nuevas provincias romanas de Hispania, que se convertirían en referente universal del final de la Antigüedad.

En este punto os animo a que toméis vía libre en el apartado de comentarios para añadir a los héroes y villanos que creáis oportunos. Gracias de antemano por ilustrarnos a todos.

Os animo a acercaros a esta publicación de Javier Negrete, que cuanta con espectaculares ilustraciones a cargo de Silvia Delgado.

Mas Info:

Protohistoria y antigüedad de la Península Ibérica vol. II, Eduardo Sánchez Moreno, Ed. Sílex, 2008.

2 comentarios en «Conquista romana de Hispania, una historia de héroes y villanos»

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