19 marzo, 2024

Scapa Flow es una bahía situada en las escocesas Islas Orcadas, de poco más de 20 km de largo por unos 15 km de ancho. Su posición geográfica, sus resguardadas aguas  y una profundidad casi constante de 40 metros, le han convertido en un auténtico puerto natural. El cual ha sido aprovechado desde los vikingos en la Edad Media, hasta el siglo XX. Precisamente en este último y convertida en la base naval más importante de la Royal Navy británica, será cuando entre de lleno en la historia.

¿Quién iba a decirle, a los tranquilos ciudadanos de estas islas del norte de Escocia, que los incidentes sucedidos durante las dos guerras mundiales, iban a convertir a su bahía en un paraíso para los buceadores de todo el mundo?

Scapa Flow durante la Gran Guerra.

La marina Imperial de Alemania fue uno de los principales brazos de la ofensiva teutona para ganar la Gran Guerra. Pero su fracaso en el bloqueo a las islas británicas, junto al error de hundir los barcos mercantes norteamericanos, que llevaban el suministro a Gran Bretaña, puso en jaque al Imperio Alemán. En definitiva fue la principal causa de la entrada de los EE.UU en la guerra. Lo cual propició el lento final de la misma, tras la retirada paulatina de la contienda de los aliados de Alemania.

Por otro lado, el amotinamiento de los marinos alemanes, a finales de octubre de 1918 en la localidad de Kiel, ante la llamada a participar en la última guerra naval contra la Royal Navy, desencadenó el final de la 1ª Guerra Mundial. Ya que a estos se unieron los soldados de tierra, y los  trabajadores de las principales ciudades alemanas. Estos hechos llevaron a  Alemania la necesidad de pedir un armisticio el 11 de noviembre de 1918.

Pocos días después, concretamente el 21 de noviembre, 74 barcos alemanes partían escoltados por los vencedores británicos rumbo a Scapa Flow. Al mando de la flota alemana un experimentado almirante prusiano, Ludwing von Reuter, con una misión explicita, esperar los resultados de las conversaciones de paz del Tratado de Versalles. Aunque parece ser que tenía bien clara cuál era su misión, ya que la preparó a conciencia.

Ludwing von Reuter

Las noticias de los preocupantes acuerdos que los aliados estaban preparando para los barcos alemanes, que suponía el reparto de los mismos entre italianos, franceses, e ingleses, llevó a von Reuter a ejecutar su plan. La mañana del 21 de Junio de 1919, los focos y las banderas alemanas empezaron a trascribir en Morse las instrucciones. Solo cinco horas después, 52 de los 74 barcos estaban en el fondo de Scapa Flow. Por cierto el resto los recuperó la marina inglesa. Por otro lado Ludwing van Reuter que fue arrestado y condenado por los ingleses, se convirtió en unos de los héroes de la derrota alemana en la Gran Guerra, y el primer condecorado por Hitler a principios de la siguiente Guerra Mundial.

Ernest Cox, el chatarrero más rico del mundo.

Tras la guerra vino la reconstrucción, para la cual las necesidades de acero llevaron a elevar considerablemente el precio de este metal. Ernest Cox, un adinerado empresario del mundo del metal se puso manos a la obra, entre 1924 y 1932 reflotó gran parte de la flota, tanto alemana, como algunos barcos ingleses que habían sido hundidos en el desarrollo de la Gran Guerra. Su gesta le valió el sobrenombre del “el hombre que compró un flota”, título del libro escrito en 1964 en su honor. Aunque la gran crisis acabó con la rentabilidad de esta operación, la cual tuvo que abandonar definitivamente en 1933, dejando todavía gran cantidad de barcos en el fondo de Scapa Flow, a la espera del más ilustre de todos.

El hundimiento del HMS Royal Oak.

El acorazado británico nació en los inicios de la 1ª Guerra Mundial. Tras lo cual se convirtió en uno de los principales protagonistas de la Batalla de Jutlandia, contra la flota de la marina Imperial Alemana, en 1916. Tras la guerra recorrió las aguas del Atlántico y del Mediterráneo en misiones de vigilancia de la precaria paz entre guerras. El verano de 1939 a pesar de ser mucho más lento, tanto ante sus rivales, como ante sus nuevos compañeros de flota, se preparó para ocupar su puesto en la retaguardia de la Royal Navy ante la nueva Guerra Mundial. Evidentemente en aguas de Scapa Flow.

El HMS Royal Oak

No había pasado ni un mes y medio del principio de la 2ª Guerra Mundial, cuando aquel 14 de octubre de 1939, Günther Prien aprovechando la marea alta, logró introducir un submarino U-47 alemán, por los escasos centenares de metros que separan las islas de Burray y Mainland. Tras lo cual ejecutó dos disparos de torpedos que alcanzaron de pleno el HMS Royal Oak, que rápidamente se hundió en las aguas de Scapa Flow llevándose consigo la vida de 834 personas, de las 1200 que se hallaban a bordo.

La respuesta británica fue cerrar la parte oriental de la bahía, mediante la conexión a través de carreteras de las diferentes islas. Para acabarlas fue necesaria la utilización de la mano de obra de los prisioneros de guerra, concretamente de los italianos que iban llegando a las islas británicas a partir de enero de 1942. El resultado se puede ver hoy día en las denominadas barreras de Churchill y en la preciosa capilla de los italianos situada en la isla de Lamb Holm, construida con los mismos materiales de la obra principal.

Una de las cuatro barreras de Churchill.

Todo ello mientras la bahía de Scapa Flow se convertía en uno de los puntos más importantes de la Segunda Guerra Mundial. Desde allí salían los barcos con destino a la URSS ocupada por el III Reich, para propiciar un alivio al asedio, al que fueron sometidas ciudades como el actual San Petersburgo, la otrora Leningrado. Además de servir como punta de lanza en la caza del más célebre acorazado alemán, el Bismark, que fue hundido frente a las costa de Francia. Todo ello tras haber causado enormes bajas a la Royal Navy británica, en la Batalla del Estrecho de Dinamarca a finales de mayo de 1941.

Scapa Flow en la actualidad.

Toda esta peculiar historia ha convertido a Scapa Flow en un entorno marino único en el mundo. Como ya ha quedado dicho para la práctica del submarinismo, pero también para cualquier viajero apasionado de la historia del siglo XX.

La pequeña iglesia italiana de Scapa Flow

Hoy día siguen habiendo cerca de 60 barcos hundidos, además de cuatro aviones. Se puede bajar a casi todos, con algunas excepciones como la del HMS Royal Oak, ya que está  prohibida, después de ser convertida por las autoridades británicas en una especie de tumba nacional. Por cierto, cada 14 de octubre se hace una bajada para el cambio de la bandera de proa, a modo de homenaje a los fallecidos.

Las grandes atracciones son los tres enormes acorazados de más de 26.000 Tn cada uno, y los cuatro cruceros de alrededor de 5.000 Tn, aunque a ellos solo pueden acceder los expertos buceadores. Para el resto quedan los pequeños pecios que se localizan en las cercanías de las costas, muchos de ellos se pueden observar desde dicha costa cercana, sin la necesidad del remojo en las gélidas aguas del Atlántico Norte.

Por último os invito a conocer un poco mejor la historia, y la localización de los barcos, en la siguiente página web oficial de Scapa Flow: scapaflowwrecks

Imágenes: commons.wikimedia

4 comentarios en «Scapa Flow, buceando entre los barcos de dos guerras mundiales.»

    1. Pues Pipo solo decirte que el precio que debes pagar por leer un artículo es el de cerrar dos popnups. El primero para hacerse fan de la página de Facebook, el segundo para poner el mail y recibir todos los nuevos artículos. Si eso es una molestia muy grande, no merece la pena escribir estos artículos después de unos días de trabajo. Para tu agradecimiento

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies
A %d blogueros les gusta esto: