29 marzo, 2024

Hoy día asistimos a una continua llegada de noticias referentes a importantes descubrimientos arqueológicos. Como aficionados a la historia disfrutamos de ellas con los ojos de un niño, dispuestos a empaparnos de nuevas revelaciones históricas. Recientemente la ciudad perdida de Luxor en Egipto, o hace pocos días un anfiteatro romano de 20.000 espectadores bajo un campo de olivos en Turquía han sido descubiertos gracias a la aplicación de las nuevas tecnologías a la vieja ciencia de la Arqueología.

Anfiteatro recientemente descubierto en Turquía (Hurriyet Daily News)
Anfiteatro recientemente descubierto en Turquía (Hurriyet Daily News)

El ser humano ha sido siempre consciente de que tenía un pasado. Las religiones fueron las grandes protagonistas de rebuscar en el mismo para hallar un origen. Pero tendremos que esperar hasta el Renacimiento para encontrar los inicios de una metodología científica que sacará a la luz los hechos ocurridos en el pasado. Los ejemplos son variados, y algunos tan significativos como el de Brunelleschi que, estudió las antiguas construcciones romanas para regalarnos la magnífica cúpula de la Catedral de Florencia.

Desde ese momento la ciencia de la Arqueología se tornó imparable para saciar los deseos de las nuevas generaciones de investigadores e historiadores. En el siglo XVII ya se excavaba en Pompeya. El XIX se conoció la explosión de esta ciencia, sacando a la luz las antiguas civilizaciones orientales. Franceses e ingleses llevaron sus guerras al desierto para conocer los secretos del deslumbrante Antiguo Egipto. Tras la Segunda Guerra Mundial las dataciones con la técnica del C14 daban resultados tan sorprendes como fidedignos.

Pero como bien sabemos, en los últimos años nuestra vida ha dado un salto tecnológico que a veces incluso nos llega a asustar. Sin darnos cuenta, o sí, pero haciendo la vista gorda, gran parte de nuestras necesidades, e incluso inquietudes, se han depositado en el interior de nuestro teléfono móvil. Es evidente que la Arqueología no ha sido ajena a este fulgurante progreso. Si hasta hace relativamente poco tiempo, los agricultores eran los primeros arqueólogos al chocar sus picos o azadas un gran bloque de piedra, hoy día cualquiera de nosotros nos podemos convertir en los primeros arqueólogos simplemente desde la pantalla de nuestro ordenador, gracias a herramientas abiertas al público como Google Earth. Aunque no nos hagamos muchas ilusiones, como dice Sarah Parcak, “no es tan sencillo como parece”.

Sarah Parcak, apasionada arqueóloga

La Arqueología desde el espacio.
La Arqueología desde el espacio.

Sarah Parcak, la arqueóloga norteamericana, es una de las mejores del mundo en este campo. Recientemente gracias a la editorial Ariel podemos disfrutar de su nuevo trabajo: La Arqueología desde el espacio. Uno de los trabajos más novedosos del momento. Una obra que nos descubre todas las herramientas que tienen en su mano los arqueólogos del siglo XXI, para continuar descubriéndonos nuestro pasado.

Sarah Parcak no se ruboriza al afirmar que la noche previa a la que iba a conocer a Harrison Ford se la pasó en vela. Años antes había decidido hacerse arqueóloga, tras quedar atrapada debajo de la manta del sofá viendo En busca del arca perdida. Tras pasar por las universidades de Yale y Cambridge, hoy día ejerce como profesora titular de la Universidad de Alabama. Actividad que compagina con la labor de descubrirnos nuevos restos arqueológicos como arqueóloga de teledetección. Por cierto, una actividad en la que es una de pioneras en el mundo y que surgió tras una bonita relación con su abuelo.

Harold Young, el abuelo de Sarah, fue un brillante capitán de la División Aerotransportada 101 de ejército norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial. Harold participó en la preparación del Día D, realizando miles de fotografías aéreas de la Costa Atlántica. Tras licenciarse pasó a estudiar con la misma técnica los bosques de todo el mundo. El abuelo nunca habló a su nieta de aquella guerra, pero sí que la enseño a analizar fotografías aéreas. Sarah disfrutaba con la visión en 3D que proporcionaba el estereoscopio de su abuelo. Tres años después de perder a aquel cariñoso abuelo que nunca le habló de la guerra, Sarah Parcak decide unir sus dos pasiones, la que le inculcaron sus dos héroes, Harrison Ford y Harold Young.

Fotografía aérea del desembarco de Normandía.
Fotografía aérea del desembarco de Normandía.

La Arqueología desde el espacio.

La Arqueología Espacial no es descubrir granjas alienígenas en el Planeta Marte, se mofa Sarah Parcak del nombre que se ha puesto a su disciplina.

La lectura de su libro nos sugiere que no es una disciplina nueva, en definitiva, toda observación desde el aire hacia la corteza terrestre se puede englobar en esta subdisciplina de la Arqueología. De ahí que la autora norteamericana nos sugiera como origen desde la misma en el año 1906. Cuando el teniente británico Philip Henry sobrevoló con su Zepelín el circulo de piedras de Stonehenge para fotografiarlo. Desde ese año, como vimos con el abuelo de Sarah, la fotografía aérea se convirtió en una de las principales armas de las dos guerras mundiales. Una tecnología que llegó para quedarse y ser aplicada a múltiples disciplinas entre ellas a la que nos atañe, la Arqueología.

Siguiendo con el proceso histórico, la Guerra Fría impulsó gran cantidad de programas secretos de espionaje por satélite. El espacio comenzó a llenarse de cámaras que tomaban continuamente fotografías de la superficie a través de imágenes de alta resolución. En 1995 el presidente norteamericano Bill Clinton mandó desclasificar millones de imágenes. Desde entonces se convirtieron en un “juguete” de los arqueólogos. Un “juguete” que se acabó convirtiendo en una mina de oro para la Arqueología de Oriente Próximo. Sarah Parcak se vanagloria de ellas, señalando la importancia de muchas de estas imágenes, ya que algunas de ellas son previas a la inauguración de la presa de Asuán en Egipto. Que, si bien antes de ponerla en marcha se salvaron numerosos monumentos, como el Templo de Debod que se trasladó a Madrid, otros muchos se sepultaron bajo las aguas, como atestiguan dichas imágenes.

Sarah Parcak, autora de La Arqueología desde el espacio.
Sarah Parcak, autora de La Arqueología desde el espacio.

La técnica de teledetección ya había comenzado a dar frutos previos. Su bautizo de fuego ocurrió en 1982. Cuando el arqueólogo William McHugh analizaba unas imágenes mandadas por el transbordador espacial Columbia de la superficie del desierto de Sahara Oriental. Tras reseguir las imágenes de un rio que llevaba seco desde tiempos inmemoriales, pronto comenzó a ver extraños objetos. Suficientes para lograr que tras las excavaciones pertinentes salieran a la luz huesos y restos de tecnología lítica del Homo Erectus.

Desde entonces, la progresión de la teledetección ha sido constante. La llegada del color a las imágenes también favoreció la labor arqueológica. Lo más habitual es ver los diferentes colores de la hierba. Por ejemplo, un campo de trigo es un lugar sencillo de señalarnos restos muros, no crece igual si hay una superficie pétrea debajo de la tierra. En ese momento a la técnica solo le faltaba precisión. Ese ha sido el trabajo de los últimos años. Hoy día estamos cerca, según Sarah Parcak, de asistir a hitos de verdadera ciencia ficción, como reconocer un pequeño fragmento de cerámica enterrada desde 600 km de distancia.

Epílogo.

Sarah Parcak en su obra va mucho más allá de la historia de la Arqueología Espacial. Y además de invitarnos a pasar un día con ella en su apasionante trabajo, se atreve a trasladarnos en uno de los episodios a un futuro de la Arqueología. En él, ve a sus futuros colegas a los mandos de Robbie, un robot que a su vez está al mando de un impresionante ejercito de drones, que en cuestión de minutos desmenuza 5000 años de historia de un túmulo situado en Oriente Medio. Mientras lo lees inevitablemente una especie de tristeza deshumanizadora te va embargando. Para que al final Sarah nos revele su temor a que los progresos científicos en su campo se paralicen.

Sarah Parcak junto a su marido, también arqueólogo, en Luxor, Egipto.
Sarah Parcak junto a su marido, también arqueólogo, en Luxor, Egipto.

Sarah Parcak ha escrito su obra de forma apasionada, algo que sin duda vislumbra su pasión por su trabajo. De su mano, con La arqueología desde el espacio recorreremos el mundo entero, Egipto, Birmania, Turquía, Islandia, Afganistán, América Central, Escocia, o su propio país EE. UU, son solo algunos ejemplos. En todos ellos nos descubre los secretos que con su trabajo ha sacado a luz: casas de vikingos, anfiteatros romanos, templos jemeres, edificios mayas, o un sinfín de construcciones del Antiguo Egipto, donde, por cierto, se mueve como pez en el agua. Sus trabajos han obtenido gran reconcomiendo, de tal forma que algunos de sus compañeros de camino, han sido prestigiosas entidades de la divulgación histórica, como National Geographic o la BBC inglesa.

La Arqueología desde el espacio en Historioteca.
La Arqueología desde el espacio en Historioteca.

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