23 abril, 2024

Ser estudiante de historia en el siglo XXI, algo que deberíamos ser todos los amantes de la misma, se está empezando a convertir en un “deporte de riesgo”. Una extraña mezcla de revisionismos y nacionalismos que empezó a impregnar los estudios de historia en el lejano siglo XIX, parece haber encontrado un caldo de cultivo entre los más nefastos políticos de hoy día. Por si no fuera suficiente, gran parte de la historiografía actual parece querer congratularse con los mismos, con el fin de conseguir algunos oscuros objetos del deseo.

Nuestro país no es ajeno a estas extrañas prácticas político-históricas, que españolizan en vez de hispanizar pueblos bálticos, vilipendian el pasado andalusí, o declaran pérdidas de inexistentes independencias en 1714. Aún así el mayor ataque que han sufrido los procesos históricos en los últimos años, vino de parte del presidente mexicano hacia la Historia de España. En 2018, se despachó con la exigencia al rey de España y al Papa de Roma, de que ambos pidieran perdón al pueblo mexicano por unos hechos sucedidos hace 500 años. Afortunadamente, España corrió un tupido velo a aquella ofensa política, que nada aportaba a la relación entre ambos países.

Por todo lo narrado en las líneas anteriores, me siento en la necesidad de celebrar la llegada a las librerías, gracias a los amigos de Desperta Ferro, de la última obra Antonio Espino López, Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona: Vencer o morir. Una historia militar de la conquista de México.

Como bien nos dice su autor, “sin sobrevalorar las gestas militares y subrayando que ser crítico con nuestro pasado bélico no significa ser antipatriota”. Pues es evidente, que la conquista del Imperio Mexica es parte de nuestra historia bélica, con sus enormes luces y sus enormes sombras. De ambas el principal protagonista fue el aventurero extremeño, Hernán Cortés.

Moctezuma II.

Un aspecto que no podemos olvidar es que este conflicto enfrentó a dos mundos opuestos. Dos mundos que se separaron miles de años antes, cuando en una de las épocas más frías de nuestro planeta, grupos de homo sapiens aprovecharon las heladas aguas del estrecho de Bering para colonizar el continente americano. Dos mundos distantes, que curiosamente se van dando la mano en la distancia, su neolitización, su arte prehistórico, sus primeras ciudades y en definitiva su forma de hacer la guerra, son procesos históricos paralelos. De ahí que los hombres y mujeres que se enfrentaron en aquella contienda no fueran tan ajenos, tenían las mismas virtudes y defectos que han llevado al ser humano a enfrentarse continuamente para poseer lo que tiene su oponente.

Hernán Cortés se encontró un territorio Mexica en una sempiterna guerra civil. En torno al lago Tetzcoco, hoy prácticamente desecado bajo Ciudad de México, centro del poder del Imperio Mexica, una serie de pueblos luchan por la supremacía. Entre 1502-1503 Moctezuma II se había hecho el hombre más poderoso, el tlatoani de los mexicas.  Moctezuma controlaba las instituciones y la enseñanza para instruir a la población a sus propios intereses. Daba poder recaudatorio a la nobleza de mérito, para sobreponerse a la nobleza con derechos sucesorios. Es decir, la actitud ante el poder de cualquier pueblo del mundo.

Moctezuma II
Moctezuma II

Desde antes de la llegada de Moctezuma al poder existía en el Imperio Mexica un pacto conocido como la Triple Alianza. Tres grandes ciudades en torno al lago Tetzcoco ejercían un poder compartido: Tenochtitlan, Tetzcoco y Tacuba. Bajo el mando militar del primero por poseer el ejército más numeroso. La Triple Alianza podría concentrar al ejército más poderoso que había conocido Mesoamérica en toda su historia. Entre 150.000 y 330.000 guerreros y se elevaba hasta 570.000 cuando tocaba defenderse del invasor. Aunque Bernal Díaz del Castillo, uno de los más prolíferos narradores de la contienda, dijera que sus armas eran capaces de traspasar cualquier armadura, no podemos olvidar que estaban construidas con la cortante roca volcánica, obsidiana. Es decir, el mismo material del que estaban hechas las puntas de flecha y las lanzas de los hombres y mujeres que traspasaron el estrecho de Bering, persiguiendo a la gran fauna paleolítica.

Destacar que el reinado de Moctezuma coincide con uno de los periodos de la historia de México, donde existía un mayor control sobre el entramado político del Imperio. Pero su actitud centralizadora, como es evidente, le proporcionó un creciente malestar social y sobre todo una serie de enemigos que se convertirán en los mejores aliados de los conquistadores españoles.

Tenochtitlan estaba en medio del lago
Tenochtitlan estaba en medio del lago

Hernán Cortés.

A Hernán Cortés le podemos aplicar la típica frase, que a pesar de eso no deja de ser cierta de: “estaba en el lugar adecuado y en el momento adecuado”. El extremeño, tras algún contacto previo, se instaló definitivamente en la isla de La Española en el año 1506. Llegó con muchos estudios jurídicos, pero escasa experiencia en armas. Su familia no poseía un gran abolengo, su padre Martín Cortés era hidalgo y ejerció diferentes puestos en la administración de la localidad de Medellín.

Hernán Cortes
Hernán Cortés

Sus primeros años al otro lado del Atlántico pasaron sin pena, ni gloria. Hasta 1511, que se traslada a la isla de Cuba, en un periodo que esta estaba siendo conquistada por Diego Velázquez de Cuéllar. Este confió en él desde el primer momento, encomendándole la misión principal de la recaudación del “Quinto real”, es decir el impuesto del 20% de toda la extracción de oro o plata, que debía ser enviado a España. Allí se fue convirtiendo en uno de los hombres más ricos y poderosos de la isla cubana. En 1519, y tras dos viajes previos, Diego Velázquez deja en manos de Hernán Cortés la recaudación de oro necesaria para acometer la conquista del Yucatán. Antes incluso de tener el permiso del rey Carlos I, Hernán Cortés al mando de 2.300 hombres se interna en el continente en busca del preciado oro.

Ríos de tinta han corrido para significar la gran diferencia armamentística entre los hombres de Hernán Cortés y los de Moctezuma. Empezando por la utilización de metales y acabado con la pólvora, uno de los principales elementos de los ejércitos de la Edad Moderna. Es evidente que esta diferencia era enorme, pero algunos de los datos presentados en su obra por Antonio Espino, nos pueden hacer reflexionar. La conquista de Tenochtitlan, capital del Imperio Mexica, contó con tres cañones grandes de hierro, quince cañones pequeños de bronce, y mil kg de pólvora, lo cual se me antoja muy poco para acometer la conquista de una ciudad de 200.000 habitantes.

Hernán Cortés contó con pocos soldados, pero muy experimentados. Hombres que había combatido en Francia e Italia al servicio del emperador español. Algunas líneas escritas por Antonio Espino para hablarnos del ejército que conquistó México son realmente curiosas. Como aquellas que nos hablan de Heredia “el viejo”un vizcaíno con cara de “mala leche”, barba grande, tuerto de uno ojo y cojo de una pierna. O Rodrigo Segura, que durante el asalto a Tenochtitlan tenía más de 50 años. No parece que estos hombres pudieran tener mucho éxito en un cuerpo a cuerpo con los guerreros mexicas. Pero tanto sus hombres, como el propio Hernán Cortés, contaban con experiencia, inteligencia y en espacial una gran determinación para conseguir su propósito.

El extremeño recogió los continuos halagos de sus servidores y cronistas. Gonzalo Fernández Oviedo llegó a comparar a Hernán Cortés por su valor con otro “extremeño”, Viriato. Con el conquistador de las Galias, Julio César, por su inteligencia. O con uno que, como él, había conquistado un mundo nuevo, el macedonio Alejandro Magno.

Hernán Cortes y Moctezuma
Hernán Cortes y Moctezuma

En palabras de Fernández Oviedo el conquistador de Medellín había nacido para enseñar a otros, lo que se debía de hacer para ganar una guerra. Eso es lo que hizo; los propios indígenas conquistaron para Hernán Cortés Tenochtitlan. Pero tampoco nos vayamos a pensar que Hernán Cortés fue un libertador de los pueblos oprimidos, fue un conquistador que utilizó las mismas armas que utilizaron los grandes conquistadores de la historia antes nombrados. Julio Cesar, Alejandro Magno o Hernán Cortés tuvieron como principales armas de guerra el terror y la violencia.

La conquista de México es una historia apasionante, contada de forma apasionante por Antonio Espino. Una obra que narra de forma objetiva el conflicto militar, alejada de ideologías y perjuicios de toda índole. Una obra escrita para cualquier amante de la Historia con mayúsculas, porque los acontecimientos que sucedieron entre 1519 y 1522 en torno al lago Tetzcoco, y a la ciudad de Tenochtitlan, son algunos de los momentos más apasionantes de la historia. Un encuentro cultural de primer orden, con sus luces y sus sombras. Una historia épica y trágica a partes iguales.

Vencer o morir en Historioteca
Vencer o morir en Historioteca

 

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