19 marzo, 2024

Sin duda los anfiteatros romanos son uno de los mayores escaparates del poder de la cultura romana. Pocas imágenes, como la del Coliseo de Roma, son capaces por si solas de reflejar dicho poder, gladiadores, fieras, los mejores artilugios de guerra, e incluso barcos tuvieron cabida en el mayor espectáculo que se podía ver en Roma. De tal forma que emperadores, senadores, gobernadores, o ediles no escatimaron esfuerzos para tener contentos a sus ciudadanos. Si al principio estos espectáculos se llevaron a cabo en improvisadas construcciones de madera, el poderío económico que consiguió el Imperio desde el siglo I de nuestra era, llevó a la proliferación de estos espectaculares edificios, por los cuatro puntos cardinales del mismo.

Hoy en Caminando por la Historia os queremos presentar algunos de ellos, no queremos centrarnos solo en los mejor conservados, sino en aquellos que por diferentes motivos pueden despertar la curiosidad de cualquier adicto a la cultura romana.

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Anfiteatro de Pompeya.

Comenzamos con el más antiguo de todos los que se conocen en la actualidad, su construcción data del año 70 a. C., es decir prácticamente un siglo antes que el célebre Coliseo de Roma. Tenía capacidad para cerca de 20.000 personas, y fue financiado por los duoviros Marco Porcio y Cayo Quintio Valgo. Según algunas informaciones en los tórridos días de verano los espectadores eran regados con agua perfumada. Evidentemente acabó sus días como el resto de la ciudad, tras la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era.

Está claro que en sus cerca de 150 años de historia debieron suceder numerosas anécdotas. Pero de una de ellas, por cierto, lamentable, nos ha quedado constancia gracias al senador, e historiador Cornelio Tácito. Según el mismo, se reunieron en el anfiteatro, sobre el año 59, vecinos de la propia Pompeya y de la cercana ciudad de Nocera. El motivo pudo ser la lucha entre los dos gladiadores de ambas ciudades. En un momento dado los espectadores pasan de los insultos, a las manos, y finalmente a las armas, ocasionando numerosas muertes principalmente entre los vecinos de Nocera.  Días después el Senado, junto al emperador Nerón, decretan la prohibición de espectáculos en el Anfiteatro de Pompeya durante diez años. Pero solo tres años después se produce un gran terremoto, como contraprestación, se levanta el castigo a Pompeya.

Plaza del anfiteatro de Lucca

Sin abandonar Italia, viajaremos al norte para encontrarnos con Lucca, una de las ciudades medievales más importantes de la Toscana. En la misma encontremos uno de los ejemplos más significativos del devenir de los anfiteatros romanos durante en la Edad Media. Con un simple paseo por el pueblo nos costaría hallar la ubicación del antiguo anfiteatro, pero en una vista cenital, todo cambia.

El anfiteatro fue construido durante un largo periodo de tiempo entre los siglos I-II d. C., su capacidad total fue de unos 10.000 espectadores. Como fue habitual durante la Edad Media el edificio fue engullido por las estrechas calles medievales, además la cávea fue utilizada para las pequeñas casas del medievo. Ya en el siglo XIX, las autoridades de la ciudad encargan a uno de sus hijos predilectos, el arquitecto Lorenzo Nottolini, la construcción de una plaza para ubicar el mercado. Su solución fue vaciar todo el contorno de la arena del anfiteatro para ubicar la plaza, hoy día se conservan dentro de las tiendas, y cafeterías, muchos restos de los antiguos graderíos del anfiteatro de Lucca.

Anfiteatro de Pula.

El siguiente destino nos lleva a la actual Croacia, concretamente a la ciudad costera de Pula, en la Península de Istria. Allí nos encontremos uno de los anfiteatros romanos mejor conservados del mundo. Fue construido en el mismo lugar que ocupaba el antiguo edificio de madera de la época de Augusto, y se fue levantado durante un largo periodo de tiempo, hasta ser rematado en tiempos del emperador Vespasiano o su hijo Tito, por lo tanto, prácticamente al unísono que el Coliseo romano. Tuvo una capacidad para 23.000 espectadores, que a buen seguro disfrutaron de los combates de los célebres gladiadores tracios, dada su cercanía con esta provincia romana.

Es evidente que su excepcional estado de conservación, no es fruto de la casualidad. Su utilización se alargó en tiempo, ya que hasta el siglo VII, y a pesar de la prohibición del emperador Honorio, se siguieron produciendo algunos encuentros entre sentenciados a muerte y las fieras. Durante la Edad Media tuvo diferentes funciones, entre ellas mercado o establo. Aunque sus piedras han sido motivo de algunos expolios, parece ser que su titularidad pública, durante largos periodos de tiempo, le salvaron de la ruina. La Republica de Venecia, los ricos comerciantes del mediterráneo son los “culpables” de este buen estado. En los siglos XV-XVI, fue motivo de diferentes visitas por parte de los arquitectos venecianos, ya que el edificio aparece en números bocetos de esta época. Sin duda uno de los más famosos, Andrea Palladio, se inspiró en él, para elaborar su arquitectura, sino echarle un vistazo a la Basílica Palladiana de Vicenza.

Anfiteatro de Xanten.

Nuestro siguiente protagonista no corrió la misma suerte que el anterior, sus piedras fueron extraídas una tras otra para construir la ciudad medieval de Xanten, situada en el oeste de Alemania, a escasos kilómetros de Holanda. Pero debemos acudir para encontrarnos con el parque Arqueológico de Xanten. Permitirme una apreciación muy personal, ya que sin duda me despierta la curiosidad, que Alemania, olvide su orgullo de no haber sido romanizada por completo, para mostrarnos como pocos países su pasado romano. Mientras, en otros lares, se intenta menospreciar por algunos sectores seis siglos de romanización.

El imperio romano se asentó en este territorio en el año 13 a. C., desde allí salieron las legiones romanas que intentaron durante dos o tres décadas conquistar Germania, no lo consiguieron, pero el lugar quedó como protección del limes imperial. En el año 98, el emperador Trajano la convirtió en colonia, con el nombre de Colonia Ulpia Trajana, desde ese momento se fomentó la construcción de los típicos edificios romanos, entre ellos, el anfiteatro del que a mediados del siglo XX solo quedaban los cimientos. La ciudad fue arrasada varias veces por las tribus francas y germanas, a cada destrucción llegaba la posterior reparación.

Hoy día, y desde 1977, la colonia Ulpia Trajana se ha convertido en un parque temático del mundo romano, y un destino turístico de primer orden en Alemania. Su anfiteatro recibe espectáculos musicales y teatrales, pero lo que más atrae a los seguidores del mundo romano, es el evento de recreación histórica más importante del país germano, que se celebra cada dos veranos en las instalaciones del remodelado anfiteatro romano de Xanten.

La supuesta escuela de gladiadores de Virunum.

Toca viajar al sur de Austria, concretamente a la comarca de Zollfeld, donde encontraremos los restos de la antigua ciudad romana de Virunum. Dicha ciudad fue fundada en tiempos del emperador Claudio, y desde su redescubriendo en el siglo XIX, ha dado más preguntas que respuestas. Parece ser, que llegó a ser la pequeña capital de la provincia romana de Noricum, por lo que siempre estuvo en el punto de mira de las tribus germánicas, en especial de los marcomanos. Tuvo su época de mayor auge desde Marco Aurelio, y sobre todo con los emperadores severos.

Su pequeño anfiteatro de no más de 3000 espectadores, una cifra muy poco habitual entre los anfiteatros romanos del mundo, ha llevado a diferentes especulaciones. Solo se construyó en piedra las estancias inferiores de los graderíos, estos últimos, se elaboraron con las maderas talladas para hacer el hueco en el bosque, donde se debía ubicar el anfiteatro. El hallazgo en 1930 de sendas losas esculpidas con la imagen de la diosa Pax-Nemesis, considerada patrona de los gladiadores, y escondidas deliberadamente con varias monedas de la época de Constantino, ha llevado a especular que el anfiteatro de Virunum era una escuela de gladiadores. Si queréis conocer más sobre los tipos de gladiadores, no os perdías este artículo de mi amiga Maribel: diferentes-tipos-de-gladiadores

Anfiteatro de Itálica.

No puede faltar en esta lista un destino de la Bética romana. Si los anfiteatros romanos son una de las máximas expresiones del poderío económico del Imperio Romano, esta provincia del sur de la Península Ibérica, tiene motivos suficientes para ser considerada una de las más importantes de todo el Imperio. El aceite, el vino, las conservas de salazones, el gárum, o por otro lado los minerales de estas provincias, inundaron los mercados de todo el mediterráneo romano. Son varios los ejemplos de anfiteatros que se subvencionaron con este comercio, Córdoba, Cádiz, Porcuna o Carmona, pero el mejor conservado de todos, es el de Itálica.

Mandado a construir en tiempos del segundo emperador hispano de dicho municipio, Adriano, se convirtió en el siglo II en uno de los más importantes de todo el Imperio, con una capacidad para 25.000 espectadores. Su construcción no estuvo ausente de problemas, su emplazamiento para aprovechar dos elevaciones del terreno, para cavar directamente los asientos de los graderios, llevaron al error de colocarlo en el lecho de una riera. Por lo que se tuvo que ubicar en el subsuelo de mismo un entramado de tuberías, que, al quedar taponadas por la falta de mantenimiento, inundaba de barros y lodos el recinto.

Hoy día es mundialmente conocido gracias a las grabaciones que se han efectuado por la serie de Juego de Tronos, esperemos que sirva para convertirlo también, en uno de los más visitados.

Arena de Nimes.

En Caminando por la Historia, ya hemos habado en alguna ocasión de la utilización en el sur de Francia, de los anfiteatros romanos como nuevos cosos taurinos desde el siglo XIX, fue con motivo de nuestro artículo sobre el anfiteatro de Arlés. Con la inclusión de su vecino, la Arena de Nimes, solo queremos corroborar que, aunque estemos a favor o en contra de la fiesta de los toros, no podemos negar que su reutilización es una buena medida para su mantenimiento.

Levantado a partir del año 100, y durante cerca de 40 años, se convirtió en uno de los más grandes del Imperio, con cabida, como el anterior de Itálica, para unos 25.000 espectadores. Aunque a diferencia de aquel, el graderío de Nimes no se sustentaba sobre la roca, sino que siguiendo el modelo del Coliseo romano se elevaron grandes paredes para ubicar la cávea de los espectadores.

Hoy día se le suele considerar uno de los anfiteatros romanos mejor conservados del mundo, una vez más tenemos que acudir a su historia, para encontrar las claves de dicho título. Tras la caída del Imperio romano, los visigodos de la Septimania, lo rodearon con una fuerte muralla para protegerse en su interior de los ataques francos. Posteriormente ya en el siglo XII, los Condes de Toulouse construyen en su interior un castillo, haciendo que los graderíos se convirtieran en murallas defensivas. Finalmente, a partir del siglo XIV se abandona a su suerte, pero su excelente estado de conservación lleva a su interior a llenarse de viviendas y ermitas cristianas. En el siglo XVIII, cuando se decide recuperar para su uso primigenio, es decir los espectáculos, en su interior vivían unas 700 personas, que debieron ser reubicadas en otras zonas de Nimes.

A parte de las corridas de toros, los conciertos, y diversos espectáculos, también ofrece un espectacular encuentro de recreadores de historia el primer fin de semana de mayo, “los grandes juegos romanos”, su imagen ha servido para ilustrar este artículo.

Anfiteatro de El Djem.

Dejamos para el final uno de los anfiteatros romanos más espectaculares del mundo, además podemos decir que tiene cabida en esta lista por diferentes motivos: fue uno de los últimos en ser construido, uno de los más grandes del mundo con capacidad para 35.000 personas, este aspecto nos delata la enorme importancia de la provincia romana de África. Y por supuesto por ser uno de los mejor conservados.

Para encontrarnos con él, debemos viajar a Túnez, concretamente a la localidad de El Djem, de casi 50.000 habitantes y que conserva en el centro de la ciudad este impresionante anfiteatro romano. Las excavaciones dieron datos concluyentes de que el anfiteatro de El Djem, fue el tercero consecutivo que se construyó en idéntico sitio. Si el primero tenía cabida para unos 6.000 espectadores y este último para 35.000, el dato nos demuestra el enorme poderío que fue adquiriendo la ciudad, Thysdrus, en tiempos del Imperio, gracias a su producción de aceite de oliva.

Su datación ha sido muy discutida, debido a la falta de las clásicas inscripciones que en este tipo de edificios solían dejar sus promotores. Se calcula que fue en plena crisis del siglo III, de ahí su escaso recorrido de dos siglos a lo sumo. Su buena conservación es gracias a la escasa extracción de piedra del lugar para las construcciones de época medieval. Algunos viajeros del siglo XVII dieron informaciones de que estaba prácticamente intacto. Hoy día su visita es muy recomendable para conocer las diferentes partes de una instalación de este tipo.

2 comentarios en «Ocho anfiteatros romanos que sorprenderán a los seguidores de Roma.»

    1. No cabían todos, y hemos intentado buscar los que tuvieran una peculiaridad. El anfiteatro de Tarragona es espectacular.

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