19 abril, 2024

La Dama de Elche descubierta a finales del siglo XIX en La Alcudia, es sin lugar a dudas la escultura más excepcional de nuestra historia. Dicho descubriendo supuso un antes y un después en el estudio de la historia de la Península Ibérica.

A día de hoy, podemos pensar que los hombres y mujeres que la ocultaron en el periodo íbero de la Península Ibérica, pretendían que esta pasará a la posteridad. La Dama de Elche fue ocultada intencionalmente en el interior de un semicírculo de losas, adosado a los cimientos de la muralla de la ciudad íbera de Illici. Además, para su protección se rellenó el cubículo con arena de la cercana playa de La Marina. Ello permitió su excelente conservación. En el momento del hallazgo todavía conservaba algunos de sus colores originales, entre ellos, el blanco, el rojo y el azul.

El pico que se topó con la Dama de Elche.

Podemos comenzar diciendo que, una vez más, los agricultores son los primeros arqueólogos de este país. Nos trasladamos al 4 de agosto de 1897. Aquel día, la cuadrilla dirigida por Antonio Galiana efectuaba los trabajos de nivelación de la ladera de levante en La Alcudia. Su finalidad la construcción de una serie de bancales para las nuevas plantaciones de alfalfa.

Eran sobre las diez de la mañana, bajo el tórrido sol de sur de España, momento en el cual los agricultores deciden hacer un alto en la jornada, para desayunar y fumar sus cigarrillos bajo la sombra de una higuera. La escena es aprovechada por el hijo de uno de ellos, Manuel Campello Esclápez de 14 años, para comenzar a hacer sus “pinitos” con el pico de su padre. El azar juega de su parte, poco rato después el pico topó con una dura piedra caliza. Tras apartar la arena que la rodeaba se dio cuenta de no era una simple piedra. Presto llamó a su padre y al resto de la cuadrilla, que acabaron por desenterrar aquella excepcional pieza.

Manuel Campello, descubridor de la Dama de Elche, años después.
Manuel Campello, descubridor de la Dama de Elche, años después.

 

El capataz Antonio Galiana, tras bautizarla como la Reina Mora, mando a uno de sus hombres a poner en conocimiento del dueño de la finca el hallazgo. El Doctor Manuel Campello poseedor de aquellas tierras llegó a última hora de la tarde. De seguida mandó cargarla en uno de los carros de la cuadrilla y poco después fue depositada directamente en su propio domicilio.

Al día siguiente la noticia recorrió de punta a punta la ciudad alicantina. Elche entero quería conocer aquella escultura labrada por sus antecesores. El primero en visitarla fue el archivero municipal, Pedro Ibarra Ruiz. Tras él, pronto el salón de la casa de Manuel Campello se quedó pequeño. La improvisada solución fue exponerla en el balcón principal de la casa, así fue como la pudieron ver todos los que pasaban por la calle.

Pierre París llega a Elche.

Faltaban pocos días para las fiestas más importantes de la ciudad ilicitana. El Misterio de Elche solía llenar la ciudad de visitantes llegados de varios lugares. Ese año no iba a ser menos, uno de ellos, un arqueólogo francés miembro del Instituto de Francia, se convertirá en el protagonista del resto de la historia. Su nombre Pierre París, invitado de excepción de Pedro Ibarra, el archivero y uno de los más destacados arqueólogos de Elche.

Pierre Paris a la derecha junto a Arthur Engel
Pierre Paris a la derecha junto a Arthur Engel

 

Nada más encontrarse con su amigo francés, Pedro Ibarra enseña una fotografía de la Dama de Elche a su homólogo, a la misma vez que se la mostraba, comenzaba a describírsela.

“Ves, una bella mujer, con un gran manto, opulenta mitra, pecho cargado de ricos collares y dos enormes ruedas que le cubren las orejas. Sin duda, la mayor obra de arte romano de todas las halladas en Elche”

Pedro Ibarra confundía las ruedas en las orejas de la Dama, con las ruedas de los carros del Dios Apolo. En contra, Pierre París, se percató enseguida del error de su amigo y calló. Horas después, frente a la misma, en casa del Doctor Campello, su intuición se hizo realidad. Descubriendo que se hallaba ante una Diosa y Reina íbera, elaborada por un desconocido artista prerromano.

El francés debía actuar deprisa. A aquella dama, en cuestión de horas o días, le iban a sobrar los “novios”. Concretamente temía la llegada de dos personajes. Por un lado, el español Juan Dios de la Rada, que en aquellos momentos se hallaba investigando las esculturas íberas del Cerro de los Santos. El otro, Emil Hübner, un profesor alemán de la Universidad de Berlín, apasionado de la arqueología hispana e íntimo amigo de la familia Ibarra.

Los extraños sucesos que llevaron a la Dama de Elche en París.

En cuestión de horas se puso en contacto telegráfico con el Museo de Louvre, que se ofreció a comprarla. Pierre París hábilmente comienza a postularse como comprador con una primera oferta. La negativa de Manuel Campello fue rotunda. Su esposa Asunción Ibarra se había quedado maravillada con la Dama de Elche.

Pero una rocambolesca historia entrará en juego. Asunción era hija del fallecido Aureliano Ibarra, hermano de Pedro y gran coleccionista de antigüedades. Este había muerto seis años antes y toda su colección fue comprada por el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Museo que había prometido que el pago de la mercancía se llevaría a cabo en tres veces. El último pagaré debía llegar ese mes de agosto de 1897, Manuel Campello ya tenía el dinero invertido en la compra de unos terrenos apalabrados. Pero el Museo Arqueólogo devolvió el último recibo excusando falta de fondos.

La Dama de Elche, en el Arqueológico Nacional.
La Dama de Elche, en el Arqueológico Nacional.

Pierre París aprovechó el momento. Prometió que la obra iría a parar al Museo de Louvre, en aquellos momentos uno de los más prestigiosos del mundo, además bajo el busto aparecería que la escultura había sido hallada por Manuel Campello. Solo restaba sumar unos cuantos francos a la primera oferta y señalar que el Museo del Louvre era un pagador al contado. Así fue como el 18 de agosto, es decir dos semanas después del hallazgo, un apretón de manos señalaba la venta de la Dama de Elche por 4.000 francos, al cambio unas 5.200 pesetas.

Este es un pequeño relato que surge de una magnífica obra sobre la Dama de Elche, publicada el pasado mes de febrero por la Editorial Almuzara. Rafael Ramos, su autor, es uno de los más destacados arqueólogos e historiadores españoles de época prerromana. En la obra encontremos las múltiples interpretaciones sobre la Dama de Elche, su periplo desde que sale de Alicante, su ocultación a los nazis, o su retorno a España para iluminar al Museo Arqueológico Nacional.

Imágenes:

Wikimedia Commons

 

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