19 abril, 2024

Rodrigo Díaz de Vivar es sin duda uno de los personajes más contradictorios de la Historia de España. Elegido como el más valeroso hombre de la reconquista y encumbrado por los escritores medievales cristianos, se alzó a comienzos del siglo XIII con el papel protagonista del primer cantar de gesta escrito en poesía de la literatura española. El Cantar del mío Cid, ensalzó las virtudes del caballero medieval, orgulloso de ser castellano, fiel a su rey y defensor del cristianismo.

Pues bien, su figura ha sido revisada por la historiografía contemporánea, para colocarlo como un servidor de sus propios intereses, sin desmerecer su virtud como excelente soldado medieval, puso su espada al servicio del mejor postor, fuese cual fuese su profeta preferido. Para muestra un botón; su puesta de largo como soldado medieval la realizó al servicio de un rey cristiano, luchando codo con codo con los musulmanes, mientras enfrente tenían otro rey cristiano. Permitirme un pequeño interrogante; ¿a esto también lo podemos llamar reconquista?

Antes de continuar cabe señalar, que hablar de Rodrigo Díaz de Vivar es navegar por las imprecisas líneas que separan la realidad histórica de las leyendas medievales, posiblemente en el paso de una a otra hallaremos las respuestas a una de las vidas más intensas de la Alta Edad Media. Añadir que realmente la historiografía se ha teñido de diferentes colores y matices al hablar de este personaje, por lo que es fácil convertirlo en villano o en héroe dependiendo del prisma que apliquemos.

Contexto histórico de la Batalla de Graus.

El desconocido día que nació nuestro personaje (con gran probabilidad alrededor del año 1045), la Península Ibérica era un enorme mosaico de reinos, condados y taifas. Sin un poder dominante, era un verdadero paraíso para los más atrevidos y a ciencia cierta Rodrigo Díaz de Vivar supo aprovecharlo.

Por un lado, el poderoso Califato de Córdoba que ejercía a principios de la centuria el mayor poder de la Península, se había desintegrado en decenas de pequeñas taifas. Estas contaban con pobres ejércitos, que además debían destinar sus escasos recursos militares a luchar en muchas ocasiones entre ellas mismas, este hecho les hacía quedar a merced continuamente de los reinos cristianos del norte de la Península Ibérica.

La Península Ibérica en 1035
La Península Ibérica en 1035

Al otro lado de la hipotética frontera reconquistadora la situación no era mucho mejor. En el año 1035 había muerto Sancho III el Mayor, rey de Pamplona. Con dicha muerte también murió el sueño de ver bajo una misma bandera a todos los reinos cristianos, volviendo a emerger las diferencias entre ellos y especialmente tras el reparto que dicho rey dejó por escrito. A su primogénito Ramiro, nacido fuera del matrimonio real, le encomendó la dirección del pequeño condado de Aragón. Anexo al anterior se encontraban los condados de Sobrarbe y Ribagorza que fueron a parar a manos de Gonzalo.  A García Sánchez le correspondió seguir con el legado de su padre como rey de Pamplona. Por último, a Fernando le tocó el pujante Condado de Castilla, prestó a convertirse en el reino más poderoso tras la unión matrimonial, tres años antes, de Fernando y Sancha, hermana de Bermudo III rey de León. Finalmente, Fernando fue coronado como rey de León en el año 1038, con lo que se convirtió en el rey cristiano más poderoso de la Península Ibérica.

La batalla de Graus.

En este apartado, como en ningún otro, saltaremos de la ficción a la realidad en la delgada línea que a veces representa su frontera, en un periodo donde las fuentes oficiales son más bien escasas.

Tras la muerte de su padre, un importante noble castellano, el joven Rodrigo es invitado a la corte del rey de Castilla y León. Fernando, convertido en Fernando I, acoge en su seno al hijo de su amigo con la firme convicción de dotarlo de la misma educación, tanto cultural, como en armas, que había tenido su hijo Sancho. Tras una serie de años, difíciles de precisar, ambos están preparados para defender los intereses del rey de León.

La llamada de auxilio llega de la taifa de Zaragoza, en concreto de su rey al-Muqtádir, promotor del Palacio de la Aljafería, que se sintió atacado en sus propios dominios. Como llevaba unos años pagando religiosamente las parias correspondientes para su protección al rey de León Fernando I, a este no le queda más remedio que acudir en su ayuda, en definitiva, su honor estaba en juego. El problema es que al frente tendría a su propio hermano, el conde, que ya por entonces pretendía ser llamado rey, Ramiro I.

Ramiro I
Ramiro I

Es preciso recordar que Ramiro I había heredado el pequeño condado de Aragón con la firme intención de expandir sus fronteras. En un principio a costa de los territorios de sus hermanos, Loarre fue sustraído a Gonzalo, y Ruesta a García. Además, en 1045 se anexionó por completo los condados de Sobrarbe y Ribagorza, tras la muerte en extrañas circunstancias del Conde Gonzalo. El siguiente paso, con fuertes poderes al este y al oeste, era expandirse hacia el sur donde le esperaba la Taifa de Zaragoza. La poderosa ciudad árabe de Barbastro se convirtió en el punto de mira de Ramiro I, pero antes había que conquistar la fortaleza de Graus, una de las que más al norte poseían los moriscos.

El asedio de las tropas aragonesas a la fortaleza de Graus, con su rey a la cabeza, comenzó tras el inverno de 1063. Acto seguido la llamada de socorro pronto llegó a la corte de León, donde su rey puso en marcha a sus mejores hombres bajo el mando de su hijo Sancho, junto a él viajaría Rodrigo Díaz de Vivar para enfrentarse a su primera batalla. Tras veintisiete días de marcha los soldados castellanos divisan la fortaleza sitiada por el contingente aragonés, la batalla estaba servida. Los primeros envites fueron favorables a los aragoneses, mayores en cuanto a número. Pero un hecho cambió el curso de la batalla, el rey aragonés es engañado por un musulmán vestido de soldado cristiano, que tras entrar en su tienda clava su lanza en el ojo de Ramiro I causándole incurables heridas.

Sobre esta montaña se hallaba la fortaleza musulmana de Graus.
Sobre esta montaña se hallaba la fortaleza musulmana de Graus.

Tras la muerte de su rey las tropas aragonesas levantan el asedio a la fortaleza de Graus, la victoria sonrió a los dos jóvenes castellanos, Sancho y Rodrigo son invitados por las autoridades moriscas a descansar unos días en el interior de la fortaleza, era la primera vez que Rodrigo conocía la forma de vida de los musulmanes y parece ser que se quedó prendado de ella.

“Estos moriscos sí que saben disfrutar de la vida. Bellas mujeres con ropas de seda bailaban para nosotros de manera sensual, mientras nosotros hacíamos cuenta de las viandas que se nos servían. Los adornos de las paredes, las vajillas, los muebles, todo es de una belleza incomparable. Creo que sería capaz de acostumbrarme a vivir así”

Rodrigo Díaz de Vivar según la pluma de Carlos del Solo.

De esta forma comienzan dos historias; las andanzas de uno de los caballeros medievales más importantes de la Alta Edad Media, y la magnífica narración de la vida del mismo en la obra de mi amigo Carlos del Solo. El Cid Campeador Simplemente Rodrigo, es una de las mejores biografías que se pueden encontrar de este personaje, sin duda debo concluir recomendado su lectura, para lo cual os dejo toda la información para conseguirlo mediante un clik.

3 comentarios en «El asedio a la Fortaleza de Graus, la primera batalla de Rodrigo Díaz de Vivar.»

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