28 marzo, 2024

La plaza de Capuchinas en Córdoba no es una de las más frecuentadas, ni por los propios cordobeses, ni por la gran cantidad de turistas que llegan a esta ciudad atraídos por su importante Patrimonio Cultural. Precisamente en lado norte del rectángulo que dibuja dicha plaza, aparece la figura de Osio de Córdoba, un personaje de gran trascendencia para el devenir del Bajo Imperio Romano. Esta estatua alejada de los circuitos turísticos, no recibe ni una ínfima parte de las visitas que recibe, sin ir más lejos, el desgastado pie de Maimónides.  Él cual, ve como todos los días cientos o miles de turistas se acercan hasta él, con la sana intención de tocarlo para poder volver algún día a la ciudad de Guadalquivir.

Un inciso importante antes de entrar en materia, para corroborar la opinión extendida que la ciudad de Córdoba, no dispensa de la misma importancia a los diferentes periodos históricos, a la hora de potenciar su rico Patrimonio.

Sobre este aspecto debemos señalar que tres fueron los periodos, donde la ciudad andaluza brilló con mayor intensidad. El primero de ellos su periodo romano, donde llegará a convertirse en capital de la provincia romana de la Bética. A continuación, su periodo califal donde se convertirá en una de las ciudades más importantes del mundo. Por último, los inicios de la Edad Moderna, donde los reyes católicos la elegirán como residencia de verano, para continuar con la reconquista cristiana de la Península Ibérica. Dicho esto, señalar que los dos últimos periodos se han convertido en foco principal de las visitas turísticas, solo hace falta recordar la mezquita-catedral o el Alcázar de los Reyes Cristianos, mientras, el periodo romano de la ciudad se mantiene mucho más alejado de los nombrados circuitos turísticos de Córdoba.

El presente artículo tiene la sana intención de dar a conocer un poco mejor a este personaje, Osio de Córdoba, un ilustre romano surgido de la capital de la Bética.

Una larga vida en defensa del cristianismo.

Osio de Córdoba nació en el seno de una adinerada familia de tradición cristiana, con gran probabilidad en la propia “Corduba” romana. Su enorme longevidad, más de cien años, le sirvió para ser espectador de excepción de una de las mayores transformaciones de la sociedad romana. Ya que, nació en pleno periodo de persecuciones contra el colectivo cristiano, y murió cuando el cristianismo ostentaba altas cotas de poder como consejeros de los propios emperadores. Pero como veremos, Osio de Córdoba no se contentó con ser un mero espectador, ya que se convirtió en fue uno de los principales personajes de dicha transformación, si más no, estuvo presente en todos los principales lugares donde esta se gestó.

Osio de Córdoba
Osio de Córdoba

Parece ser que la época de las persecuciones marcaría su futura política de defensa del cristianismo. En el año 295 se convierte en Obispo de Córdoba, para inmediatamente sufrir en sus propias carnes, las persecuciones cristianas acontecidas durante el periodo de la tetrarquía, y con Maximiano como emperador occidental del Imperio.  Estas, puestas en duda por algunos historiadores, parecen corroborarse con una carta dirigida algunos años después, al declarado arriano y emperador Constancio II (337- 361):

“Yo confesé a Cristo ya una vez, cuando tu abuelo Maximiano suscitó la persecución. Y si tú me persigues, pronto estoy a padecerlo todo, antes que derramar sangre inocente y ser traidor a la verdad”

Aunque sea difícil, debemos abstraernos de la visión religiosa de la vida de obispo Osio, para conocer mejor su faceta como reformador de la sociedad del Bajo Imperio romano, sin duda su participación en los eventos de vital importancia en el siglo IV así nos lo determina.

Concilio de Elvira (300 o 303)

Estamos ante la primera reunión de obispos de la Bética en la historia de esta provincia romana. Se celebró en la ciudad de Iliberris, hoy día se desconoce su ubicación, pero supuestamente se sitúa debajo del Barrio del Albaicín en Granada. De este concilio surgieron los 81 cánones que regularan la práctica de la religión cristiana, durante un largo periodo de tiempo. Entre los más destacados aspectos, se reguló la práctica de los sacramentos, el bautismo, la comunión o los enterramientos, además de las relaciones con el resto de religiones del Imperio, espacialmente la judía y la pagana.

Pero uno de los aspectos más significativo, sería el reconocimiento de una nueva figura clave en las ciudades romanas, el obispo. Para ello se reguló el acceso a los puestos más altos del clero, eludiendo la llegada de las ricas familias romanas, con el fin de preservar la religiosidad de los miembros de la iglesia cristiana. A los obispos se les prohibió la práctica del comercio o las finanzas, todo ello con el fin de convertirse en ejemplos sociales. Ya que después del Concilio de Elvira, dichos obispos se irán convirtiendo en el poder más representativo de las ciudades, debido al abandono de las mismas durante el Bajo Imperio, de la rica aristocracia romana camino de las grandes villas del campo tardorromano. Los obispos tomarán partido en la gestión municipal, más allá de sus labores eclesiásticas, en aspectos como la economía, la política o la regulación de la vida familiar de los romanos.

Edicto de Milán (315)

Según los documentos del emperador Constantino, a principios del año 313, Osio de Córdoba se hallaba en la corte del emperador, encargándose de aconsejar al mismo, en lo referente a los asuntos religiosos. De ahí que fuera el elegido para preparar el encuentro en Milán, que debía abordar los problemas suscitados a raíz de las continuas persecuciones a los cristianos. En definitiva, en aquellos momentos se calcula que al menos un 10% de la población, podía profesar la fe cristiana.

Placa conmemorativa del Edicto de Milán.
Placa conmemorativa del Edicto de Milán.

Entre los acuerdos a los que se llegó, y refrendados por los dos emperadores Constantino de Occidente y Licinio de Oriente, estaban los siguientes beneficios para la iglesia cristiana:

  • Restitución de todos los bienes que les fueron sustraídos durante el periodo de las persecuciones, por parte del Imperio.
  • Posibilidad de aumentar su patrimonio mediante la aceptación de donaciones.
  • Inmunidad para los sacerdotes cristianos acostumbrados a las persecuciones.
  • Libertad de reunión y de construcción de sus propios templos.

Es evidente que el Edicto de Milán podrá las bases del expansionismo del cristianismo por Europa, Osio de Córdoba estuvo detrás de estas concesiones.

Primer Concilio de Nicea (325).

La libertad de reunión conseguida en Milán, fue aprovechada por Constantino y Osio de Córdoba para promover el primer Concilio Universal de la Iglesia Cristiana. El lugar elegido fue la ciudad de Nicea, muy cercana a Constantinopla, la ciudad fundada unos años antes por el emperador romano. Fueron invitados en la primavera del año 325 cerca de 1.800 obispos de todo el Imperio, aunque se calcula que solo acudieron unos 300. Constantino puso al servicio de los obispos todas las facilidades posibles, entre ellas la posibilidad de usar el servicio de postas Imperial.

Concilio I de Nicea
Concilio I de Nicea

Dos consecuencias principales surgieron tras los meses que estuvieron reunidos los obispos en Nicea, con Osio de Córdoba como supervisor principal. En primer lugar, la declaración como herejía de arrianismo, la doctrina impulsada por Arrio, el obispo de Alejandría con una diferente visión en el tema trinitario. El segundo de ellos sin duda el más importante, el Credo de Nicea pondrá las bases de la unión ente los estados y la iglesia, de tal forma que se harán indivisibles desde ese momento y hasta la llegada de los estados en el siglo XIX, con reyes como representantes de Dios en la tierra.

Muerte de Constantino I

Constantino murió en el año 337, a la misma vez que su más fiel representante religioso entraría en el ostracismo. Después de la muerte del primer emperador que se declara cristiano de la mano de Osio de Córdoba, poco más se conoce de los últimos años de vida de este ilustre cordobés. El resto de su vida transcurrió en su ciudad, Córdoba, y el imperio de Oriente donde siguió luchado por establecer el credo niceno, frente a la cada vez más plausible extensión del herético arrianismo. Finalmente murió en Sirmio, la importante ciudad romana de la provincia de Panonia.

Impresionante escultura de Constantino el Grande
Impresionante escultura de Constantino el Grande

Hoy día la historiografía actual analiza las causas de la escasa importancia histórica de este personaje. Sin duda, el fracaso parcial de sus tesis de Nicea puede estar detrás de este aspecto. Si con Nicea buscaba la unión estado-iglesia para fortalecer el Imperio Romano de forma unitaria, no lo consiguió. El Imperio se dividió casi definitivamente, excepto con Teodosio, en occidente y oriente, así como el aspecto religioso con el triunfo de la tesis arriana, en especial en la parte oriental de Imperio. Sólo faltó su abrazo, difícil de entender, del arrianismo en sus últimos días para entrar en el ostracismo, tanto en oriente como occidente, en especial en la Edad Media.

Habrá que esperar al siglo XX de la mano de su homólogo, Adolfo Pérez Muñoz, que inaugurará la estatua realizada por Lorenzo Coullaut Valera en el año 1926. De esta manera llegaba el homenaje para este hombre, que desde su visión cristiana intentó reflotar un Imperio Romano de Occidente en continua decadencia.

Osio de Córdoba, el Imperio y la Iglesia del siglo IV, José Fernández Ubiña, pags 441-473

cordobapedia

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