25 abril, 2024

Los célebres espartanos son uno de los pueblos más admirados de la Historia Antigua. Esparta, sin duda es uno de los mejores ejemplos de estados donde el individuo se supedita al mismo por el bien de la comunidad, a base de sacrificio, disciplina y orden. A pesar del escaso registro arqueológico que este nos dejó, los escritores griegos nos trasmitieron muchos detalles de su sociedad, donde la guerra era una de sus principales ocupaciones.

Como muestra, la excelente cinta que en el año 2006 nos dejó el norteamericano Zack Snyder. Su “300”, nos transportó a la batalla de las Termópilas (480 a. C.) donde un grupo de espartanos encabezados por su rey Leónidas I se enfrentó al poderoso ejército persa.

Es importante señalar el gran legado para el conocimiento de los espartanos que nos dejaron los escritores clásicos. Entre los más destacados, los poetas locales Tirteo o Alcman, el incansable viajero Pausanias oriundo también de la propia Esparta, o destacados historiadores como Tucídides y el padre la historia occidental Heródoto.

El origen de Esparta.

La polis de Esparta aparece en la vertiente sur del Peloponeso. Un lugar habitado en el segundo milenio a. C. por la cultura micénica, en la provincia que los griegos denominaban Laconia, de ahí que sus habitantes, además de espartanos, fueran conocidos como lacedemonios. Dicha polis, como otras, tiene su nacimiento en la denominada época oscura de Grecia, entre los siglos XIII-VIII a.C. Se le suele asignar un nacimiento épico, de la mano de Menelao, el general micénico que acudió a Troya para salvar el honor de su esposa Helena, y que tenía su residencia en Menelaión, una colonia situada a 5 km de la ciudad de Esparta.

La península del Peloponeso
La península del Peloponeso

Pero los espartanos no parecen tener un sustrato micénico. Esta cultura es aniquilada durante dicha época oscura por motivos desconocidos, o bien catástrofes naturales, o la acción de los denominados Pueblos del Mar. En el lugar donde se funda Esparta, aparecen sustratos de las culturas indígenas que habían sido supeditadas al poder micénico y junto a los mismos, un pueblo llegado de las islas griegas, los dorios. Este punto tampoco está exento de las tradicionales leyendas helenas. Según las cuales, la llegada de los dorios fue motivada de la invitación a recuperar las tierras del Peloponeso, por parte de los herederos de Heracles, expulsado anteriormente por los micénicos. Desde ese momento los reyes espartanos se harán descendientes del mítico Hércules.

Destacar que los dorios fueron ocupando en un principio la parte alta del rio Eurotas, para progresivamente ir descendiendo por el fértil valle y sometiendo a los indígenas, que iban quedando supeditados a los nuevos señores de la guerra. Fue un tiempo de gestación, tanto de nuevas aldeas, como de las nuevas capas sociales.

Yacimiento arqueológico de Esparta
Yacimiento arqueológico de Esparta

Las Guerras Mesenias.

Todo este proceso no estuvo exento de cruentas luchas internas, conocidas historiográficamente como Guerras Mesenias. Aristócratas espartanos enfrentados a sus nuevos siervos agrícolas, conocidos desde entonces como hilotas. En la segunda de estas grandes guerras, los campesinos mesenios tuvieron la colaboración de varias polis del norte del Peloponeso, temerosas del enorme poder que comenzaba a atesorar Esparta. La solución fue la primera Liga del Peloponeso, donde los firmantes fueron los representantes de casi todas las poleis de dicha península, y donde Esparta ya ocupaba un papel preponderante, era el siglo VII a.C.

Es curioso como los poetas espartanos nos relataron la vida en la antigua Esparta, en especial entre las Guerras Mesenias a mediados del siglo VII a. C. Ya que a través de sus poemas observamos un gran contraste con la rigurosidad de la sociedad espartana de los siglos posteriores. Dichos poetas nos presentan una sociedad abierta, que mira al mar y comercia con las islas del Egeo y con Asia Menor, de donde se exportaban ricas telas y joyas. Sus hombres preparan a los perros de caza convirtiéndoles en los mejor adiestrados de la antigua Grecia. Los poetas, como Alcman o Tirteo ocupan los puestos destacados de la sociedad y la política, gracias a lo cual llegan a Esparta músicos, artistas, artesanos o grandes orfebres. La polis se llena de nuevas construcciones, como santuarios, teatros y escuelas de música, sin olvidar a sus deportistas que retornaban de los Juegos Olímpicos cargados de coronas de olivo.

Las cosas comenzaron a cambiar tras la segunda de las Guerras Mesenias. El temor a las polis vecinas, o una sublevación de los mesenios, pudo estar detrás de la nueva visión de a donde se debía encaminar la sociedad espartana. Ese fue el momento en que se redactó la Constitución espartana o Gran Rhetra, normalmente atribuida a Licurgo, un personaje que parece mitológico, que la recibió en el Oráculo de Delfos de las manos de Apolo. Pero según la historiografía debió ser redactada tras una sonora derrota de Esparta durante la Segunda Guerra Mesenia, a manos del rey de Argos.

Oráculo de Delfos
Oráculo de Delfos

Las instituciones de Esparta.

De la Gran Rhetra emanaron las instituciones espartanas, por cierto, a pesar de algunas novedades, no eran muy diferentes a las del resto de poleis griegas.

Diarquía.

La cabeza visible del estado espartano estaba representada por esta institución monárquica, que en sí es la principal diferencia con el resto de poleis griegas. Dos reyes se situaban teóricamente al frente de Esparta, este aspecto no fue muy habitual en el mundo antiguo, en Europa solo la vemos representada en algunos pueblos germánicos, y en determinados periodos de la cultura romana.

Los reyes espartanos, recuerdan en algunos aspectos a los monarcas orientales. En especial por su carácter divino y por ser los jefes militares. Ambos podían proclamar la guerra, y ambos podían acudir a la misma, tanto juntos como por separado. Entre sus principales prerrogativas estaba la de librarse de la dura educación espartana, o la de tener protección personal a modo de “guardia pretoriana”. La institución era de carácter hereditario, el cargo pasaba al primer hijo varón nacido durante el mandato de su progenitor, en caso de que el rey muriera y este no fuera mayor de edad, el cargo de regente quedaba en manos del pariente adulto más cercano familiarmente.

Leónidas I, en Esparta
Leónidas I, en Esparta

Pero los reyes de Esparta contaban con numerosas acotaciones a su poder. Tal eran estas, que, según sus vecinos atenienses, los reyes espartanos eran poco más que un escaparate. No contaban con ninguna atribución de carácter económico o judicial. Además, podían ser criticados, depuestos, e incluso exiliados de Esparta. Su principal limitación venía del Eforado, institución que conoceremos posteriormente. Los éforos ponían a prueba a los reyes cada nueve años, si en aquellos momentos aparecía en el cielo una estrella fugaz, era signo de que el rey no era apto, o de que había cometido un error grave, desde ese momento era suspendido de funciones y llevado delante del Oráculo de Delfos. Destacar por último en este apartado, que los reyes de Esparta fueron perdiendo importancia a lo largo de la historia, hasta desaparecer como institución en el siglo III a. C.

El Eforado.

Estaba compuesto de cinco magistrados denominados Éforos, elegidos por la Asamblea Popular cada año. El de más edad era el “epónimo”, al que podemos situar como una especie de presidente de la institución.

Su origen era incierto y motivo de discusión entre los historiadores. Existen diferentes hipótesis, pero parece que surgieron entre los siglos VII-VI a.C., para ir ganando progresivamente importancia dentro del sistema, hasta convertirse en la institución más importante de Esparta.

Los podemos considerar como el verdadero gobierno, y sus atribuciones llegaban a todos los campos de la estructura política de Esparta. Su misión principal era velar por que todos los hombres y mujeres cumplieran de pleno con la Constitución de Esparta. Debido a lo cual tenían poderes legislativos, judiciales, y sobre todo en materia económica.

El Consejo de Ancianos (Gerusía)

Según la mayoría de historiadores, la institución más antigua de Esparta. Sus orígenes se hunden en la historia de esta sociedad. Sus miembros eran conocidos como “gerontes”, y desde el conocimiento de la Constitución, su número era fijo. En total eran 30, entre ellos había que incluir a los dos reyes. El resto eran elegidos entre los miembros de las antiguas tribus familiares. Tenían que ser mayores de 60 años, estar libres del servicio militar, ser respetables y personas de prestigio dentro de la comunidad, el puesto era de carácter vitalicio.

Su principal labor consistía en preparar las leyes que se debían aprobar en la Asamblea Popular. Su principal poder residía en el apartado judicial y penal, poniendo multas y juzgando, especialmente en el ámbito civil de las relaciones entre los ciudadanos.

Juicio a Friné, uno de los más célebres de la Antigua Grecia
Juicio a Friné, uno de los más célebres de la Antigua Grecia

La Asamblea Popular (Apella)

Dejamos para el final la institución del pueblo, o más bien de los más afortunados de la sociedad espartana. Esta asamblea estaba compuesta por los ciudadanos de pleno derecho, conocidos como los “homoioi”, y tenían que tener al menos 30 años. Se reunían mensualmente y coincidiendo con la luna llena. Las decisiones no se tomaban por mayoría, no existían las votaciones, y todo lo que no fuera aprobado por aclamación popular no servía.

En las asambleas, presididas por los éforos a propuesta de los gerontes, se debatía sobre gran cantidad de aspectos que atañían al pueblo de Esparta. Las leyes propuestas por la Gerosía, el nombramiento de los generales del ejército, o de los propios éforos y gerontes, e incluso sobre el posible otorgamiento de libertad para los hilotas como premio a sus servicios militares.

Las clases sociales de Esparta.

La sociedad espartana era compleja y férrea, a pesar de que se le suele asignar tres grandes clases falta mucha información de la relación entre ellas, y en especial de los estados sociales intermedios que a buen seguro existían entre las tres.

Espartiatas.

Cada uno de los 300 que acudieron aquel día a las Termópilas. Nos podemos tomar esta licencia para ponerles cara y ojo. Los espartiatas eran los ciudadanos de pleno derecho, los célebres “homoioi”, obligados desde su nacimiento a la férrea educación espartana, destinada a convertirse en guerreros de Esparta.

Para pertenecer a esta clase era imprescindible tener padre y madre espartanos. Además de demostrar que se podían costear la participación en las comidas comunitarias de homoiois, conocidas en la antigua Grecia con el nombre de Sissatía. Su labor consistía en mantener una estricta relación con sus iguales, de ahí que dichas comidas se efectuaran con regularidad todos los días en tiempos de paz. Por supuesto que el resto del tiempo lo debían pasar preparándose para la guerra, única ocupación que tenían, ya que, a pesar de poseer tierras no las trabajaban. Destacar que no tenían vida privada o familiar, sí se casaban, pero con la única intención de engendrar hijos fuertes y sanos, para que se convirtieran en guerreros de Esparta.

Periecos.

La clase social de la Antigua Esparta más desconocida para las fuentes. Eran los denominados “habitantes de la periferia”, pertenecían a la comunidad espartana, pero sin ser considerados ciudadanos de Esparta.

Su posición a simple vista nos puede parecer la idónea, sus profesiones eran liberales, es decir comerciantes, artesanos o agricultores por cuenta propia. Su aportación económica al estado era primordial para este. A pesar de vivir sin privilegios políticos, tampoco debían participar de la guerra o de la durísima educación espartana. Solo tenían una salvedad, algunos eran integrantes de la marina de Esparta, es de suponer que gracias a sus dotes como marineros.

En definitiva, la relación entre los periecos y el estado espartano debía ser de conveniencia. Los primeros vivían en una especie de libertad controlada y el estado los podía utilizar en caso de necesidad económica.  Parece evidente que las mayores fortunas de Esparta estaban en manos de esta clase social, de la cual no hay constancia de graves problemas sociales.

Hilotas.

Los esclavos de Esparta. La frase tiene su intención, ya que los esclavos no pertenecían a ningún señor, en este caso espartiata. Bien es cierto que trabajaban para estos, pero solo debían entregarle una parte de la cosecha, es decir se pagaba en especie, ya fuera vino, trigo o aceite. Eran ciudadanos adscritos a la tierra y al servicio del estado, solo este podía concederles la libertad. Al conseguir esta última, tras sus servicios militares como soldados hoplitas, no se convertían en espartiatas, su estatus era intermedio y conocido como “neodamodes”, dedicándose a ejercer actividades similares a los periecos.

En la larga historia de Esparta, existieron dos grupos bien diferenciados geográficamente de hilotas. Por un lado, los descendientes de los laconios, sometidos claramente al estado espartano. Por otro, los mesenios, un grupo social con identidad propia y que siempre buscó la emancipación de Esparta.

La educación espartana (Agogé)

Contemplada en la Gran Rhetra, es uno de los aspectos más conocidos de los espartanos. Como se ha señalado anteriormente, los espartiatas quedaban desde su nacimiento bajo la tutela del estado. Eran criados en solitario por las madres hasta que tenían siete años, desde ese momento eran llevados a escuelas para su formación en grupos separados por edades. A partir de los doce y hasta el final de su educación quedaban bajo la supervisión de un educador personal denominado “paidónomos”.

Recibían una formación elemental en escritura, lectura, música o ciencias. Pero la asignatura principal era prepararlos para la guerra, aprendían tácticas, eran entrenados como los mejores deportistas, y eran instruidos en el manejo de todas las armas. Para ello, eran sometidos a duros castigos corporales y un férreo control personal. Según Plutarco muchos murieron bajo el látigo de su instructor.

Los que conseguían completar la educación espartana, eran ciudadanos de pleno derecho, espartiatas. Se les entregaba su dote de tierra, para financiarse económicamente la vida social en común con el resto de iguales que le esperaba, las comidas de hermandad y su preparación física constante para la guerra. Algunos, los más afortunados, entraban en grupos selectos, como la guardia real conocidos como “hippies”, pero en general pasaban a integrar una vida social muy apartada del resto.

Hoy os queremos recomendar estas dos lecturas del profesor Carlos García Gual. El mejor experto de este país en lo referente al mundo Griego.

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Más Info:

Historia Universal II : el mundo griego, Pilar Fernández Uriel, Ed. Uned, 2007

Esparta, Javier Murcia Ortuño, Ed. Alianza, 2017

1 comentario en «Origen e instituciones de Esparta, la sociedad de los míticos guerreros griegos.»

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