19 abril, 2024

No es la primera vez, y temo que no será la última, que abordamos en Caminando por la Historia el tema de la cultura tartésica. Esta vez desde una vertiente de curiosidad ante las múltiples interpretaciones que se han dado a las estelas de guerrero halladas en el suroeste de la Península Ibérica, así como su posible relación con Tartessos. Añadir que fueron elaboradas en el largo periodo de cinco siglos entre el XI-VI aC., dato que hay que tomar con todas las cautelas posibles.

Destacar por otro lado, que no es de extrañar encontrar en los periódicos digitales de los últimos años, el hallazgo de una de estas piezas.  Normalmente estos  son motivo de casualidades, desde un tractor que topó con una de ellas mientras araba, al hallazgo en el muro de una antigua propiedad agrícola. O el paradigmático caso de la estela que se reutilizó como primer escalón de entrada al santuario de Cancho Roano. Es en este punto donde reside el principal problema para su conocimiento, la denominada “falta de contexto arqueológico”, ha llevado a un sinfín de especulaciones para encontrar su verdadero sentido social.

Sobre este último aspecto  a modo de resumen podemos señalar que tres son las principales hipótesis sobre las que se ha trabajado. La primera; que son “estelas funerarias”, dicha hipótesis surgió tras uno de los primeros hallazgos importantes, la estela de Solana de Cabañas que aunque sin confirmar parece ser que apareció sobre unos restos humanos.

La siguiente hipótesis está relacionada directamente con la economía, especialmente del periodo tartésico. Sin certeza clara, se piensa que pudieron ser marcadores territoriales, ubicadas en las rutas de trashumancia para el aprovechamiento de pastos, principal motor económico junto a la minería de los tartésicos. Pero sin descartar que pudieran servir de lindes de campos de cultivo en el rico valle del Guadiana, o bien en lugares estratégicos de paso de los comerciantes de productos mineros.  Lo evidente es que si ese fue el motivo de su elaboración habría que pesar que fueron más tardías, en el momento que Tartessos se convirtió al amparo de griegos y fenicios en una entidad política estable, y por lo tanto generadora de grandes excedentes comerciales, y evidentemente con la figura de la jefatura guerrera detrás de esta economía.

Por último destacar la vertiente religiosa, con el nacimiento de la supuesta sociedad tartésica, que como veremos al presentar el último de los ejemplos de estelas guerreras, estas pudieron transferir cultos orientales y adaptarlos a las antiguas tradiciones de la Península Ibérica.

Estelas básicas y estelas tartésicas.

A día de hoy se han llegado a catalogar más de 150 estelas, estas han sido localizadas, desde finales  del siglo XIX,  en el cuadrante suroeste de la Península Ibérica. Al principio se les denominó “estelas funerarias”, por la de Solana de Cabañas y su evidente cercanía con el Alentejo, donde estas se han vinculado siempre al enterramiento de un representarte importante de la comunidad, esto hizo que erróneamente fueran comparadas. Desde los años 80 del siglo XX al ver que ya no estaba tan clara su procedencia, por la falta de un enterramiento asociado, se les comenzó a denominar “estelas del suroeste”, evidentemente lo más sencillo era no mojarse y solo nombrar su procedencia geográfica.

Ante la imposibilidad de tener un método de datación fidedigno y de la falta de registro arqueológico que sirviera de marco temporal, en los últimos años se ha tendido, en base a la simbología representada en las estelas  a separarlas en dos periodos.

Las estelas de guerrero básicas.

En este primer caso estaríamos hablando de las estelas más longevas, realizadas en etapa pre-tartésica entre los siglos XI-IX aC. Sus autores parece ser que fueron los habitantes del bronce final atlántico, por lo tanto estas estelas tendrían un alto componente celta con origen en los movimientos migratorios atlánticos. Su distribución geográfica, a pesar de que se han hallado en todo el suroeste, se observa en mayor número al norte del río Guadiana.

Estela de guerrero de Brozas
Estela de guerrero de Brozas

Como ha quedado dicho los elementos representados  son los que nos sirven para conocerlas un poco mejor; En ninguna de las estelas básicas falta un escudo redondo, a lo que debemos sumar lanzas, espadas, o flechas que completaban la panoplia de un guerrero, por cierto este último puede o no, aparecer en las estelas. Como ejemplo tenemos la estela de Brozas, con su escudo de tres círculos concéntricos y escotadura en “V”, en la parte inferior una espada y en la superior una lanza, entre está última y el escudo aparecen una serie de objetos que se sumarian al ajuar del guerrero como un posible espejo, objeto muy relacionado con el mundo funerario.

Las estelas de guerrero tartésicas.

Para conocer el siguiente paso en el proceso de transformación de las estelas, debemos reflexionar sobre el posible momento del nacimiento de la cultura tartésica. Hoy día se explica como un encuentro de culturas, en un espacio geográfico en torno a las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, en las cuales existe un posible vacío demográfico dado la falta de registro arqueológico claro alrededor del cambio de milenio. Aprovechado este, en un momento determinado los individuos que vivían al norte del Guadiana, comienzan un descenso al Guadalquivir, donde se encuentran con elementos orientales, más bien fenicios, establecidos en la costa. Su interacción es vista como el nacimiento de la cultura de tartésica.

Estela de guerrero de Solana de Cabañas

De este periodo sería una de las estelas más interesantes de todas las halladas en la Península Ibérica. La denominada Estela de Solana de Cabañas, hallada a finales del siglo XIX y en la actualidad expuesta en el MAN de Madrid. De todos los objetos grabados en esta estela llama la atención el carro de la parte inferior que es asignado a un componente orientalizante de la figura del guerrero, que en este caso sí que parece en la estela junto a la panoplia guerrera. Es decir el supuesto encuentro cultural ya está consolidado.

A partir de los siglos VIII-VII aC., la cultura tartésica se halla bien asentada el suroeste. Especialmente la cuenca fluvial del Guadiana, se convierte en  uno de los lugares más ricos de la Península Ibérica. Además de las explotaciones mineras y ganaderas, la rica agricultura del valle con productos orientales como la vid, se aúnan para la consolidación de una rica sociedad guerrera y aristócrata. Es al amparo de esta última que debieron nacer los santuarios como Cancho Roano, aunque bien pudiera ser que estos tuvieran un paso previo en las estelas de guerreros.

Estela de guerrero de Magacela
Estela de guerrero de Magacela

Me ha llamado la atención los estudios del Catedrático tinerfeño Antonio Tejera Gaspar, según el cual los personajes que se graban en las últimas estelas son divinidades surgidas del componente fenicio de la sociedad de Tartessos. Como ejemplo la Estela de Magacela, hoy también expuesta en el MAN de Madrid. Mientras unos ven la figura de un guerrero con casco, dicho profesor prefiere verlo como el Dios Baal  (normalmente asignado al mundo de los toros) en la cultura cananea.

A modo de conclusiones.

Como bien dice Sebastián Celestino Pérez en su artículo; “las estelas del oeste y el componente autóctono en Tarteso”, en el nº 12 de la revista Desperta Ferro Arqueologia & Historia dedicado a Tartesso; “Todavía tenemos la esperanza de hallar en su contexto arqueológico aquella estela, que nos ofrezca la pista definitiva para hallar la función de la estelas de guerrero tartésicas”. A lo que solo queda por añadir, que posiblemente el conocimiento de la verdad sobre dichas estelas, nos puede acercar al conociendo del mito de Tartessos.

No quiero concluir sin recomendar a los apasionados del tema de Tartessos, el estupendo Nº 12 de la revista de Desperta Ferro:

Desperta ferro y tartessos
Desperta ferro y tartessos

Más info:

institucional

Imágenes:

commons.wikimedia

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