28 marzo, 2024

A 2.950 metros sobre el nivel del mar, y a la falda del glaciar de la Marmolada, por cierto la cumbre más alta de los Dolomitas italianos, está el Museo de la Gran Guerra de la Marmolada. Se accede al mismo a través de las telecabinas de la estación de esquí de la Marmolada.

Vista de la sede del museo junto al glaciar de la Marmolada

La historia del Museo comienza en el año 1.990. Mario Bartoli, un hombre del mundo del cine y apasionado de la historia militar inicia el proyecto. En concreto después de la creación de una asociación sin ánimo de lucro, su objetivo era claro, la conservación de la memoria histórica de los trágicos sucesos de la Gran Guerra.

En 2015 y con motivo de conmemorar los cien años desde el inicio del denominado Frente Italiano, se decide llevar a cabo una gran restructuración y fundar la empresa que explota hoy día el complejo. Por cierto, el que suscribe le debe una visita, ya que la mía fue con anterioridad, aunque ya me impresionó.

Una mirada a la Gran Guerra.

En el verano de 1914, el mundo se dirige a su Primera Guerra Mundial. No vamos a entrar ni en detonantes, ni causas, aunque como siempre la codicia humana estaba detrás. Con esto quiero decir, que sin ir más lejos Italia y tras decidir ser neutral, en mayo de 1915 decide incorporarse a la contienda. Los motivos podían ser muchos pero todos giraban en torno a las promesas aliadas de fuertes recompensas monetarias y concesiones coloniales tanto en África como en los Balcanes.

Llagados a este punto nos encontramos que los Dolomitas son una frontera, tanto natural como política, entre los dos nuevos rivales, el Imperio Austro-Húngaro (a partir de ahora Austria) y la joven Italia. Por lo tanto el denominado Paso de Serauta, fue juntos a otros similares,  el lugar elegido por el ejército italiano para invadir Austria.

Soldados italianos en el frente de los Dolomitas

De esta forma resumida comenzará la guerra de guerrillas en los Alpes. Por un lado encontramos al ejército italiano parapetado en  la zona de Serauta, y al ejército austriaco justo en la montaña de enfrente. Sobre la forma que tuvo este último de defenderse, permitirme que os lo desvele cuando cuente la visita al Museo, ya que es uno de los puntos más sorprendentes de la batalla de los Alpes.

Destacar que esta situación duró, con diferentes intervalos, desde el 24 de mayo de 1915 al 4 de noviembre de 1917. A una incursión italiana en la parte austriaca, seguía otra al contrario. Por lo tanto, dos años y medio de batallas sobre los 3.000 metros en verano,  y en invierno, que tuvieron como resultado unas tablas. Además miles de muertos y la retirada de unos y otros, antes de la llegada del último invierno en guerra, el de 1917.

¿Qué podemos ver en el museo?

El museo en sí se divide en dos partes principales, una interior y otra exterior. Por lo tanto aunque sea obvio decirlo, mientras que la interior se puede visitar todo el año. Con respecto a la exterior debemos tener en cuenta su altitud cercana a los 3.000 metros, y por lo tanto nevada y helada una gran parte del año. Aunque esta situación no fue ajena, como hemos visto, a soldados italianos ni austriacos.

El museo interior.

El puente de entrada al museo, que simula el paso a través de una grieta en el hielo, nos adentra en una serie de salas bien estructuradas.

En primer lugar nos encontramos una sala dedicada a la vida de los soldados de montaña, tanto de un lado como al otro, de la actual frontera entre Austria e Italia. Este es un punto importante, ya que a pesar de estar en territorio italiano el museo hace gala de una excelente neutralidad, respecto al trato de la guerra. La siguiente sala nos muestra que la lucha de los soldados también fue contra la naturaleza. No en vano, posiblemente murieron más por causas de avalanchas, provocadas o naturales, o por las diferentes inclemencias meteorológicas, que directamente por la guerra en sí.

A continuación nos adentraremos en salas dedicadas a mostrar los trajes militares de los contendientes, y por supuesto del armamento utilizado por ambos ejércitos. En una de las salas anexas a esta zona, se encuentra gran cantidad de planos originales y recreaciones. Todos ellos destinados a mostrar los diferentes movimientos que realizaron ambos ejércitos, y que nos ayudarán a entender mejor el proceso del Frente Italiano.

Las últimas salas están dedicadas a las condecoraciones de los soldados y gran cantidad de fotografías y documentos de la época. Para acabar encontraremos una dedicada a las donaciones de objetos personales, por parte de los herederos de los soldados que participaron en las batallas alpinas.

El museo exterior.

Aunque perfectamente explicado en el interior, la zona exterior a la que me refiero, no está bajo la supervisión del Museo. En definitiva esta es una cuestión de seguridad, de la cual este último no se hace responsable.

Dicho lo anterior, comentar que la parte museística exterior consiste en visitar la zona por la que discurrieron los movimientos  de los soldados italianos. Se distribuye en 3 rutas, con diferentes desniveles y dificultades. En todas ellas se encuentran, como ya he referido las instalaciones italianas, desde cuevas, gargantas, estaciones de servicio, puntos de observación o las trincheras. Por último destacar que durante los recorridos se encuentran varias zonas dedicadas al recuerdo de la victimas en forma de monumentos.

Una de las múltiples estancias que jalonan el recorrido.

Para la visita se recomienda el uso de guantes, casco de seguridad, mosquetones, linternas y si es de menester crampones para el hielo. A pesar de lo cual no son excesivamente complicadas ni peligrosas, pero sin olvidar que se trata de Alta Montaña.

La ciudad de hielo.

Como se suele decir, lo prometido es deuda. En este punto del Museo descubriremos el perfecto sistema defensivo del ejército austriaco, todo ello para contrarrestar el menor número de efectivos italianos.

Es necesario comentar que los primeros compases de la contienda favorecieron al ejército italiano. Entre otros motivos por el mayor número de efectivos, pero también por las mayores dificultades, por culpa del terreno que se encontraron los austriacos. No en vano su parte de la montaña era más fría y escarpada y la subida de provisiones, tanto de alimentos, como armamento se hacía mucho más difícil.

La solución la aportó el teniente austriaco Leo Handl, supuso la construcción de una autentica ciudad de hielo en las entrañas del glaciar de la Marmolada. Está conto con hasta 12 kilómetros de túneles que unían dormitorios, cocinas, enfermerías y hasta una capilla. En las cuales el ejército austriaco se instaló en el verano de 1916, para equilibrar la contienda, gracias al poder suministrar por la misma los víveres y municiones al frente sin ser vistos.

Diferentes imágenes de la época.

Desgraciadamente hoy día no es visitable, ya que los pocos restos que han quedado con el retroceso del glaciar no son seguros. Lo que sí es perfectamente visitable es la sección del Museo que relata lo sucedido en la ciudad de hielo, además de mostrar planos, documentos, y fotografías. Por los cuales, en definitiva conocemos hoy día la existencia de esta ciudad de hielo.

Por último destacar la necesidad de acudir al mismo mediante la telecabina de la estación de La Marmolada. Sobre los precios y tarifas depende de la estación y de otros parámetros, por los que os animo a contrarrestar esta información en el siguiente enlace: museomarmoladagrandeguerra

Mas info e imágenes : museomarmoladagrandeguerra  infodolomit 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies
A %d blogueros les gusta esto: