16 abril, 2024

La caída del Imperio Romano de Occidente ha llenado las bibliotecas de múltiples ensayos, en busca de una explicación plausible del porqué, aquel sensacional imperio que había conformado los emperadores Antoninos había sucumbido.

Habitualmente se han buscado las causas en el interior del mismo. La endémica crisis económica ha sido una de las principales. Tras el cese de las conquistas el flujo de oro hacía las arcas imperiales se paralizó, esto motivo conflictos en unas capas altas de la sociedad acostumbrada al lujo. También disminuyó la circulación de monedas y un notable aumento de los precios de los productos básicos, que repercutía en la extrema pobreza de la plebe romana.

Una cosa llevaba a la otra, pobreza y hacinamiento van de la mano, y con este último las enfermedades infecciosas encuentran un potente campo de cultivo. La mortandad causaba bajas en los ejércitos, cada vez más pobres y menos numerosos. El cristianismo acentuó el problema, en un polémico ensayo de Gibbon, lo colocaba por delante incluso de la crisis económica. Lo cierto es que la falta de fe imperial también vaciaba los ejércitos.

Otra de las causas esgrimida sobre la caída del Imperio Romano fue su descentralización, había incluso emperadores que no pisaron Roma en su vida. A partir del siglo IV, el poder basculó de Roma a Constantinopla, y a pesar de los inventos como la Tetrarquía, Britania, Germania o Hispania quedaban muy alejados de los centros de poder. Si a todo ello le sumamos la enorme corrupción política de gran parte de la historia de Roma tenemos el coctel perfecto. Todos los estamentos del estado se sumaron a las elecciones imperiales, desde las antiguas familias senatoriales, hasta pretorianos y ejército en general, este último copado por militares extranjeros.

Este último aspecto, los integrantes bárbaros de los ejércitos, ha sido el papel mayoritariamente asignado a estos pueblos en su posible culpa de la caída del Imperio. Gran parte de los trabajos ensayísticos han olvidado el enorme potencial político, social y económico que una serie de pueblos iban gestando al otro lado del limes imperial.

La caída del Imperio Romano de Peter Heather.

Y eso es precisamente lo que vino a solucionar este ensayo que os presentamos hoy.  El profesor Peter Heather es uno de los mejores expertos del mundo en ese periodo a caballo entre el final del Imperio Romano de Occidente y la formación de los nuevos estados. Tras doctorarse en Oxford se hizo con la Cátedra de Historia Medieval de la prestigiosa King’s College de Londres, un referente mundial en el estudio de las humanidades. Desde allí dirigió gran parte de sus investigaciones arqueológicas que dieron por resultado este ensayo publicado originalmente en 2006 y que estos días vuelve a nuestras librerías gracias a la Editorial Crítica. Un ensayo que dota de gran importancia a la estructura interna de estos pueblos bárbaros, en especial visigodos y hunos, así como del resto de pueblos germánicos.

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