28 marzo, 2024

Volvemos en Caminando por la Historia al convulso siglo V d. C., uno de los más apasionantes de la Historia y que produjo un notable cambio a todos los niveles en gran parte de Europa. Hoy nos centraremos en los días, en los cuales los Pueblos Bárbaros decidieron hacerse el reparto de Hispania. Esta era sin duda una de las regiones más importantes del Imperio en diversos aspectos sociales, culturales y económicos.

La historia arranca el 31 de diciembre del año 406, cuando las heladas aguas del Rin permitieron el paso de miles de bárbaros, el lugar elegido por estos fue las cercanías de la ciudad germana de Maguncia. Acto seguido el norte de la Galia se vio envuelta en una vorágine de destrucción, sus ciudades una tras otra eran arrasadas y saqueadas ante la inoperancia del poder Imperial. El vándalo Estilicón dueño de facto de la parte Occidental del Imperio como protector del joven emperador Honorio, bastante tenía con defenderse del enemigo godo, por cierto, el problema que tenía era doble; Radagaiso y Alarico. Ante tal situación el resto de provincias occidentales se tenían que apañar por su cuenta.

Constantino III, el usurpador, contra Geroncio

En este contexto emergerá uno de los protagonistas del reparto de los bárbaros de Hispania. Vendrá de lejos, concretamente de la provincia Britania. Si la Galia era un caos, en Britania la situación no era muy diferente, abandonados por el poder central, con las legiones evacuadas, la defensa de las ciudades había quedado en manos de pequeñas guarniciones.

A los romanos de Britania los grupos bárbaros les llegaban desde diferentes partes, en la misma isla se tenían que defender de pictos, sajones y escotos. Si los protagonistas de la ruptura del Rin, se les ocurriera pasar de la Galia a Britania, se hubieran encontrado atrapados muy lejos del poder central. La solución fue pasar a la acción, Constantino de origen y cargo desconocido era proclamado por sus hombres emperador occidental. Sus intenciones frenar a los bárbaros en el continente. Y si todo salía bien intentar hacerse con el control de las otras tres provincias occidentes, es decir, además de Britania, Galia y Hispania. De lograrlo emularía a uno de sus antecesores, Magno Máximo, que dos décadas antes lo consiguió por un corto espacio de tiempo.

Así fue como a principios del año 407, Constantino III entró en la Galia tras cruzar el Canal de la Mancha, pronto se encontró con suevos, vándalos, alanos y burgundios, a los que al parecer retuvo en el norte de la Galia durante un tiempo.

Sólido de oro de Constantino III
Sólido de oro de Constantino III

Hispania seguía de momento fuera del alcance de los pueblos bárbaros, la Galia era un gran colchón, pero no podemos olvidar que era una de las regiones con más recursos del Imperio, Constantino III era consciente de esto. Tras establecerse en Arles, al sur de la Galia, decide montar su propia estructura Imperial, designa a su hijo Constante, César y por lo tanto sucesor, y a Geroncio magister militum. El siguiente paso fue mandar a Hispania hombres de su confianza, que usurparan el poder de las ciudades a los nombrados anteriormente por el emperador Honorio.

Honorio, un niño cuando es nombrado emperador occidental
Honorio, un niño cuando es nombrado emperador occidental

En este punto podemos hacer un inciso para preguntarnos el porqué de que las legiones hispanas no tomaran cartas en el asunto, lo más probable es que se hallaran en el norte de Italia, al servicio de Estilicón en su lucha por contener a los godos.

En ese contexto surgen en Hispania los hermanos Dídimo y Veriniano, (os invito a conocer su historia en este artículo). Firmes defensores del emperador Honorio, con el que posiblemente estaban emparentados. Su misión fue proteger Hispania tanto de los bárbaros como el propio usurpador Constantino III. La respuesta de este fue mandar a Hispania a Constante y Geroncio, ambos al frente de un gran ejercito al que sitúan en Caesarauguta. Desde donde controlan gran parte de Hispania, y acaban con los dos hermanos hispanos que son apresados y enviados a Arles. Así se esfumaban muchas de las esperanzas hispanas de librarse de los bárbaros.

Tras el apresamiento de los dos hermanos Constante se vuelve en la comitiva que los transportaba hasta Arles, mientras Geroncio resta en Hispania para su control definitivo. En ese otoño del año 408, los bárbaros que como mercenarios componían el ejército de Geroncio ya comienzan a hacer sus estragos en las ricas villas de la meseta hispana. Estos mismos son los nuevos encargados de la defensa de Hispania de los pueblos bárbaros, pasando a controlar los puestos fronterizos de los Pirineos. En definitiva, la defensa de Hispania queda en manos de los bárbaros que componen los ejércitos de un usurpador, y por si faltará algún componente más, el general Geroncio decide dar un paso al frente nombrando un nuevo emperador, en este caso su hijo ­­­–o al menos eso parece– Máximo.

La invasión de los pueblos bárbaros de Hispania.

El momento en que Geroncio nombra a Máximo nuevo emperador es muy confuso en las fuentes, no se sabe si es causa o efecto. Lo cierto, es que de nuevo un ejército de Constantino III, comandado por su hijo Constante y un el nuevo magister militum Justino, se enfrentan en Hispania al de Geroncio. Ambos, necesitados de efectivos militares, los encuentran entre los pueblos bárbaros que deambulan por la Galia, y que por aquellos entonces ya se habían aproximado a los pasos pirenaicos. Desde ese momento es imposible diferenciar entre los bárbaros que defendían la frontera, de los que la intentaban pasar, o los que componían los restos de los ejércitos romanos enfrentados. Si hubo, como algunas fuentes señalan un pacto con Geroncio, para la historia puede quedar como insustancial, lo palpable es que los Pirineos se convirtieron en un colador y los pueblos bárbaros comenzaron a campar por Hispania a sus anchas.

Todo ello ante la mirada hacia otro lado de tres emperadores. Recapitulemos; Hororio el emperador oficial y desde el año 408 sin su mano derecha Estilicón, defendiéndose de los godos y de Constantino III que se encaminaba hacia Italia. El propio Constantino III, que luchaba en dos frentes, además del nombrado de Italia, había mandado a su hijo a Hispania, contra el tercero en discordia el tal Máximo, que solo sabemos de él que era el escaparte que Geroncio necesitaba para imponerse en Hispania.

La ciudad protagonista de la historia es Arles. Geroncio derrota a Constante y se dirige a la ciudad gala a la que comienza a asediar para acabar con Constantino. Mientras este ante el inexorable avance de los ejércitos imperiales de Honorio intenta refugiarse en una iglesia, no le sirvió de nada, es apresado y ejecutado camino de Rávena, en aquellos momentos capital del Imperio. Tras ello Geroncio, que no debió pensar que iba a encontrar la oposición de Honorio, decide volver a Hispania, sus hombres lo abandonan, y no le queda más remedio que suicidarse. De Máximo poco sabíamos, y menos sabremos a partir de ese momento. Esta parte de la historia transcurrió entre los años 409-411, dos años que Hispania quedó a expensas de los pueblos bárbaros.

Arles, en el sur de Francia-muy importante en el Bajo Imperio-
Arles, en el sur de Francia-muy importante en el Bajo Imperio-

En esos dos años las fuentes de la época son muy confusas. Una de ellas fue el obispo Hidacio, que dos décadas después del desastre narraba que la peste, las matanzas y el hambre se unieron a los bárbaros para acabar con la Hispania Romana. No estuvieron solos; los ejércitos de Geroncio, Constantino III, o incluso de Honorio necesitaron ingentes cantidades de recursos. Recaudadores recorrían las villas romanas de la Península en pos de sustraer todo los almacenado por los agricultores y ganaderos hispanos.

El dinero para pagar a los mercenarios de los ejércitos salía de las ciudades hispanas, con todos sus ciudadanos recluidos en el interior de las mismas. No hacen falta fuentes escritas, los tesorillos ocultos, encontrados de esta época son inequívocos, era la única solución para no quedarse en la completa ruina. No es de extrañar lo que nos narra el sacerdote cristiano Orosio, otra de las fuentes y que vivió en primera persona aquellos momentos;

“muchos ciudadanos romanos prefirieron tener pobreza y libertad entre los bárbaros a vivir como romanos sometidos al pago de impuestos”.

El sacerdote Osorio
El sacerdote Osorio

El reparto de la Hispania Romana entre los pueblos bárbaros, es uno de aquellos momentos de la historia que por su transcendencia vale la pena imaginar y narrar dentro del mundo de las especulaciones. No es difícil imaginar a los caudillos militares de suevos, alanos y vándalos reunidos en un gran circulo construido por carretas tiradas por grandes bueyes, el lugar a buen seguro era un gran prado verde.

Después de aquel día los vándalos asdingos y los suevos compartieron camino hasta la provincia de “Gallaecia”. Los vándalos silingos tomaron rumbo al sur para hacerse cargo de la rica “Baetica”. Por último, una parte de los alanos atravesó la meseta rumbo hacia “Lusitania”, el resto fue a la “Carthaginensis”. Solo la “Tarraconensis” siguió en manos de Roma.

El reparto de los pueblos bárbaros de Hispania
El reparto de los pueblos bárbaros de Hispania

Según Hidacio lo que sucedió en aquella supuesta pradera verde fue un sorteo. La mayoría de historiadores dudan de que ese supuesto fuera viable. En definitiva, solo nos resta pensar que, si de verdad fue cierto que la Hispania Romana se dividió por un reparto, este dio un resultado muy comprometido para el futuro cercano. De una forma u otra, lo que restó de siglo V fue uno de los pasajes más oscuros de la historia de la Península y al que intentaremos seguir poniendo luz en siguientes artículos.

Lecturas recomendadas:

 

Más info:

Historia antigua de la Península Ibérica, época tardoimperial y visigoda, J. J. Sayas Abengochea y Manuel Abad Valera, Ed. Uned 2013

La caída del Imperio Romano, Adrian Goldswhorty, Ed. La esfera de los libros, 2009

Las nuevas opciones de poder: El protagonismo de los bárbaros en la Hispania del siglo V, Purificación Ubric Rabaneda.

4 comentarios en «Siglo V. El día que los Pueblos Bárbaros hicieron el reparto de Hispania»

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