28 marzo, 2024

A lo que podemos añadir más inexpugnable, o al menos eso es lo que pensó Thomas Edward Lawrance, el célebre Lawrance de Arabia, un día del verano de 1909, cuando se presentó delante de aquella enorme mole de piedra situada en las montañas del sur de la actual Siria.

Lawrance de Arabia.

Al oficial del ejército británico, T. E. Lawrance nacido en 1888 en condado gales de Caernarvonshire, se le suele asignar una pasión por los castillos desde su niñez. Debido a ello se matriculó en 1907 en el Jesus College de Oxford para estudiar su pasión, la historia. Desde que comenzó segundo curso tuvo claro el camino que debía seguir su carrera, ya que eligió Historia militar y estratégica como proyecto de investigación.

Ese mismo verano de 1908 ya emprendió su labor de recopilar información para su tesis doctoral. Dicha labor consistió en recorrer en bicicleta el centro y sur de Francia, para elaborar un detallado dossier sobre los castillos medievales del país galo. Pero no debió ser suficiente para él, así que el verano siguiente siguiendo los consejos del director del museo Ashmolean de Oxford se dirigió a la costa del actual Líbano, para estudiar los castillos que habían construido en la zona los cruzados cristianos.

Lawrence de Arabia
Lawrence de Arabia

Acompañado de su libreta de apuntes, su pistola y su brújula recorrió los caminos de Oriente Próximo en busca de al menos 35 castillos que aparecieron en su tesis doctoral. Titulada “la influencia de las Cruzadas en la arquitectura militar europea” evidentemente supuso una matrícula de honor para nuestro personaje, además de suponer en la actualidad uno de los documentos más importantes para el conocimiento de los castillos cruzados.

El comienzo de El Crac de los Caballeros.

Como es conocido en el año 1099 los cruzados cristianos toman la ciudad de Jerusalén. Pocos años después en 1110, Tancredo de Hauteville se hace con la fortaleza musulmana denominada el Castillo de los Kurdos, que se encontraba en plena fase de construcción desde que el emir de Alepo la mandó levantar en el año 1031.

Pero tendrán que llegar los caballeros de la Orden Hospitalaria en 1142 tras la cesión del Conde Raimundo II de Trípoli, para que entre ese año y 1170 se acabe convirtiendo en el majestuoso Castillo del Crac de los Caballeros, que más de ocho siglos después encuentre el aventurero, arqueólogo y militar británico T. E. Lawrance.

Una historia de asedios, con trampa final.

Hasta una docena de asedios tuvo que resistir la fortaleza cristiana ante los repetidos intentos musulmanes de recuperar la plaza, los más célebres vinieron del gran Saladino. El primero tuvo lugar en 1180 y el segundo de ellos tras la gran victoria musulmana en la Batalla de Hattin (1187), un año después el asedio continuaba sin éxito, a lo sumo con la muerte del maestre de la Orden del Hospital.

Tuvo que pasar cerca de un siglo para que los musulmanes se instalasen en el Crac de los Caballeros. Concretamente el 3 de marzo de 1271 el sultán de Egipto Baybars, decide buscar un toque de prestigio ante sus rivales musulmanes, para ello era necesario conquistar el inexpugnable castillo cristiano. El asedio duro más de un mes y resultado a pesar de haber reunido el mayor ejército musulmán hasta la fecha, fue infructuoso como los anteriores. Solo habían conseguido romper la primera línea defensiva, pero el interior del castillo seguía imperturbable, ocupado por unos cuantos caballeros con la ayuda de los valientes campesinos.

Pero algo cambio esta vez, a principios del mes de abril una paloma mensajera se posó en el interior del recinto principal. El mensaje era claro, los caballeros hospitalarios debían abandonar la fortaleza, y pactar con el enemigo la entrega, a cambio de su propia protección hasta la zona cristiana en los alrededores de Acre. Dicho y hecho, el día siguiente los caballeros hospitalarios junto al resto de habitantes de la fortaleza abandonaban el Crac de los Caballeros, ante la atenta mirada de los impasibles mamelucos del sultán Baibars.

El sultán Mameluco Baibars
El sultán Mameluco Baibars

La célebre nota iba firmada por el propio Gran Maestre de la Orden Hospitalaria de Trípoli. Es evidente que todas las miradas apuntan a un engaño por parte de los consejeros del sultán egipcio, pero es un aspecto que no ha podido ser demostrado. Aunque nadie deba descartar una salida por la puerta de delante, de unos caballeros cristianos abandonados a su suerte, ante la presión ejercida por los musulmanes en los escasos territorios que los primeros conservaban todavía en los alrededores de Tierra Santa. Sea como fuese, lo claro e incontestable es que la fortaleza del Crac de los Caballeros se mostró como la más inexpugnable de todas las que fueron construidas en el periodo de las cruzadas cristianas, ya que es evidente que nadie consiguió conquistarla por la fuerza.

Las murallas defensivas de El Crac de los Caballeros.

Como bien nos describió Lawrance de Arabia fueron varios los puntos que hicieron del Crac un recinto impenetrable para los enemigos. Además podemos añadir que su enorme extensión de 2,5 hectáreas, hacen de este hecho un valor añadido. La fortificación es considerada de anillos concéntricos, en primer lugar se construyó el castillo interior todo rodeado de una gran muralla defendida por torres circulares y un gran baluarte en el sur, el lugar más vulnerable de la instalación.

Posteriormente se añadió la muralla exterior, prácticamente el doble de alta que la primera y toda ella defendida por diferentes torreones, unos circulares y otros cuadrados  para adaptarlos a una mejor defensa. Llama la atención especialmente las ridículas dimensiones de la puerta de entrada, no mayor que la de cualquier estancia interior. Entre ambas murallas un espacio vacío donde se desarrollaba la vida cotidiana del castillo en tiempos de calma, pero que luego se convertía en una ratonera para los invasores de la fortaleza. A este aspecto se sumaba la puerta de acceso entre el exterior de la fortaleza y el interior del recinto principal. Dicha entrada se efectuaba a través de unos pasillos en forma de zig-zag y con la particularidad de que se encontraban techados y con diferentes agujeros, por los que los defensores del castillo arrojaban desde flechas hasta aceite hirviendo.

Un castillo preparado para largos asedios.

Según Lawrance de Arabia la fortaleza hospitalaria estaba preparada para resistir cinco años, con 2000 hombres, y 1000 caballos de guerra en su interior. Como ha quedado dicho, el Crac de los Caballeros resistió al menos 12 asedios, para que esta empresa tuviera éxito el castillo contaba con las estructuras necesarias para que los caballeros no desvanecieran en la protección de mismo.

El célebre Salón Gótico
El célebre Salón Gótico

Uno de los primeros elementos que llaman la atención en un acueducto que llega al castillo por el lado sur del mismo, su función abastecer nueve cisternas distribuidas por todo el perímetro del castillo. Sus enormes almacenes, de hasta 120 m,  podían contener grano y animales para el sustento alimenticio de los caballeros hospitalarios.

Una vez resulto dicho sustento, los caballeros hospitalarios contaban con una serie de estancias destinadas a favorecer su forma de vida en el interior de la fortaleza.  Sus aposentos se hallaban en el interior de la muralla perimetral exterior, distribuidas en diferentes salas con algunas de ellas de más de 100 m de largo. En dicha muralla también se encontraban las caballerizas y evidentemente los puestos de vigilancia. Su vida a buen seguro transcurría entre dicha muralla exterior y el espacio que se abría entre las dos murallas, allí se instalarían los talleres, las tiendas, o los lugares de entrenamiento.

En el castillo principal, o central, se hallaban los edificios comunes más significativos, con la excepción de una austera habitación que se encontraba en una de las torres del sur, su inquilino el Gran Maestre de la Orden. Del resto de edificaciones destaca la capilla, que curiosamente tiene dos puertas de entradas una hecha por los cristianos, y la otra tras la toma por los musulmanes, que además la utilizarían como mezquita tras construir en ella un minbar. La otra significativa estancia era el lugar de reuniones de los dirigentes hospitalarios. Se trataba de su gran sala gótica de 27 metros y cubierta con bóvedas de crucería. Fue una de las últimas construcciones cristianas en llevarse a cabo, a mediados del siglo XIII. Además de una de las más seguras al hallase en el centro del castillo de El Crac de los Caballeros.

La capilla cristiana con el Minbar
La capilla cristiana con el Minbar

Patrimonio de la Humanidad.

Esta impresionante fortaleza fue declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2006, los motivos ser uno de los mejores ejemplos, sino el mejor, de las construcciones cruzadas en Oriente Próximo. Un verdadero símbolo de la necesidad de favorecer un progreso técnico en la arquitectura militar, así como de la necesidad de adaptación de las construcciones a las dos culturas que pasaron por la zona, cristianos y musulmanes.

Sin olvidar que a principios del siglo XXI era una de las mejores conservadas, esperemos que tras bombardeos de 2012-2013, podamos seguir pensando lo mismo y que los daños de la guerra en Siria sean los mínimos.

3 comentarios en «El Crac de los Caballeros, el castillo más admirable y mejor conservado del mundo.»

  1. Excelentemente descrito en la página de Facebook, gracias por compartir parte de la historia de lo que los caballeros templarios realizaron y defendieron

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