28 marzo, 2024

Durante cerca de dos siglos hemos usado sin complejos el término “Reconquista” para referirnos al periodo histórico comprendido, entre la defensa del reino de Asturias por Don Pelayo, hasta la conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos en 1492. Ciertamente dicho término se comenzó a utilizar, sustituyendo al de “restauración”, a principios del siglo XIX, como un elemento político para el afianzamiento de los nuevos estados. Es preciso recordar que en aquellos momentos España se intentaba quitar de encima el yugo del emperador francés Napoleón, como siglos antes los reinos cristianos del norte hacían lo propio con los omeyas, almorávides o almohades, como representantes del islam en la Península Ibérica.

Primeros años de la reconquista cristiana
Primeros años de la reconquista cristiana

Precisamente este componente político de su nacimiento, ha llevado en las últimas décadas a varios historiadores a significar que el término “reconquista” está impregnado de una determinada ideología, por lo que prefieren sustituirlo por la denominación de “conquista”. Algo que no se entiende del todo bien, ya que podemos pensar que ellos mismos están cayendo en idéntico error, que presuntamente cometieron hace dos siglos los historiadores del momento, el renegar de un término por el otro, ¿no tiene cierto componente político? Desde este mismo medio, Caminando por la historia, hemos dudado a veces de asignar uno u otro término, ni más ni menos que como una amplia mayoría de divulgadores e historiadores que siguen inmersos en este amplio debate abierto.

Por dicho motivo personalmente me he decidido buscar mi axioma personal para acabar de decidirme por uno u otro. Mi pretensión es olvidarme por completo del elemento político del término, para ceñirme exclusivamente en la palabra como vehículo de trasmisión del tema que se está tratado. Por lo que en un principio hay que acudir a la Real Academia de la Lengua:

  • Conquistar: ganar mediante operación de guerra un territorio, población, posición, etc.
  • Reconquistar: Conquistar una plaza, provincia o reino que se había perdido.

Es decir, si la Real Academia de la Lengua no está impregnada por ningún componente político, la palabra clave es “que se había perdido”. A partir de este punto debemos buscar en la historia más cercana a ver si sus hombres y mujeres tenían la sensación de haber perdido un territorio que debían volver a conquistar. Por lo que deberemos acudir a las fuentes más próximas al momento en cuestión, y conocer los primeros pasos del proceso expansivo del Reino de Asturias.

Alfonso III rey de Asturias (866-910)

Sus antepasados ya habían iniciado el proceso de expansión territorial del Reino de Asturias, en aquellos momentos el único que profesaba en la Antigua Hispania la religión cristiana, sin olvidar a los francos que ejercían presión por la parte más oriental de los Pirineos. Durante el reinado de este rey se conseguirán expandir los territorios cristianos hasta el rio Duero y lo más importante; el proceso de repoblación de unos territorios prácticamente deshabitados tras la conquista musulmana del siglo VIII.

Alfonso III Conquista o Reconquista
Alfonso III

Pero para el caso que nos atañe necesitamos significar su gran labor como impulsor de la cultura y las artes. Sin ir más lejos su biblioteca, apoyo imprescindible para la elaboración de los primeros estudios historiográficos del reino de Asturias.  Uno de los propósitos más firmes de dichos estudios fue la elaboración de un perfecto programa para la justificación de los territorios conquistados, para convertir al reino astur en los verdaderos herederos de los reyes visigodos. Este aspecto es conocido por la historiografía como “neogoticismo”, el cual se haya perfectamente expuesto en las crónicas que este rey astur nos dejó tras su muerte”.

Las Crónicas de Alfonso III.

Es preciso señalar que la lejanía en el tiempo de estas crónicas, un siglo y medio tras la caída de los visigodos, no nos debe hacer dudar de las intenciones de Alfonso III de reivindicar el reino de Asturias como heredero religioso y político de estos últimos. El motivo es que fueron elaboradas a través de experiencias anteriores, sin duda la más importante las de su bisabuelo Alfonso II, pero también hubo otras.

Alfonso II y la crónica sobre el final de los reyes godos.

Escrita posiblemente por Alfonso II (791-842), tras su paso por el Monasterio de Samos, en forma de correspondencia dirigida a Sebastián de Salamanca, un hombre culto que elaboró sus propias crónicas cristianas desde territorio andalusí, años después. Sin duda en ellas se observan elementos esclarecedores del caso que hoy nos atañe; ¿perdieron algo estos hombres que debían recuperar?

Sobre los últimos reyes visigodos, Alfonso II recuperó la lista dejada por Isidoro de Sevilla en la Historia Gothurum, esta solo llegaba hasta Recesvisto, por lo que la elaboró a partir del rey Wamba. Pero el aspecto más interesante fue otro; la coincidencia temporal con otra lista de reyes visigodos elaborada desde el reino franco. En Chronologia Regum Gothorum se observa la lista completa a la que se le suma un nombre más, ya que tras Don Rodrigo aparece el rey franco y próximo emperador Carlomagno. No es que Alfonso II con su crónica intente convertirse en sucesor político de Don Rodrigo, es más se separa tanto de él, como de Witiza, ya que culpa a ambos de la debacle cristina de Hispania. Pero lo que no podemos negarle es su decidida actuación de convertirse en protector del cristianismo en Hispania, sin duda un acercamiento al pueblo para reivindicar su expansión territorial.

Alfonso II conquista o reconquista
Alfonso II

Son varias las pruebas de este hecho, que encontramos en la historia del periodo protagonizado por Alfonso II. El traslado a Oviedo de la capital del reino de Asturias que convertirá a la Iglesia de San Salvador en sede de los concilios cristianos, a semejanza de los antiguos concilios Toledanos del reino visigodo. En segundo término, la repoblación de Galicia aludiendo a las reliquias del Apóstol Santiago, según narra el Martirologio de Usuardo, halladas por el eremita Pelayo en el año 813. Destacar también la ocupación cristiana, aprovechado los respiros de las razias musulmanas, de los deshabitados valles al sur de la Cordillera Cantábrica, esta se efectuó mediante la construcción de monasterios, sirven para ilustrar como ejemplo los valles de Valdegovía o Mena

La leyenda de Covadonga

Como toda leyenda tiene sus detractores, pero hoy día se da por hecho que el rey Don Pelayo es real e infringió la primera derrota a los musulmanes, aunque esta parece ser no pasó de ser una simple escaramuza. La leyenda de transmisión oral pasa a ser escrita en tiempos de Orduño I (850-866) es decir el antecesor de Alfonso III e incorporada por este a sus Crónicas.

Este hecho es significativo ya que Orduño I acudió incluso a Toledo, recordemos sede del poder visigodo y por lo tanto última capital cristiana de Hispania, en apoyo de cristianos, mozárabes y muladíes en sus revueltas ante el poder del Emirato Cordobés. Sin duda esta misión y el resto de su reinado es un claro indicio de necesidad de convertir al Reino Asturiano por derecho propio en los herederos del Reino visigodo, en esencial en el aspecto religioso.

Las crónicas de Alfonso III.

A todo lo anterior, en el periodo final del reinado de Orduño I, o principios del propio reinado de Alfonso III se escriben las dos crónicas que recopilan toda la historia de los reinos cristianos desde Recesvinto al propio Orduño. En ellas ya encontramos una continuidad entre ambos reinos, tras la desaparición del visigodo, los astures se hacen cargo de proteger la religión cristiana.

Estas dos crónicas son la Crónica Rotense escrita en un latín poco decoroso y en segundo término la Crónica Ad Sebatianum. Sobre esta última, pérdida, se han encontrado algunas controversias, ya que según algunas fuentes sería un primo del propio Alfonso III que se encargó de mejorar el latín, y de paso añadir nuevos elementos que reforzaran el “neogoticismo” del Reino de Asturias. Las dudas aparecen al intentar conjugar los dos personajes, al que iban dirigidas las cartas de Alfonso II anteriormente, junto a este que escribió la versión definitiva de las Crónicas de Alfonso III, aunque no se descarta que fuera el mismo.

La crónica Rotense
La crónica Rotense

Es evidente que, para encontrar el nexo de unión entre visigodos y astures, debemos acudir a la narración por parte de estas crónicas de los hechos sucedidos, entre la derrota de Don Rodrigo y la aparición de Don Pelayo. A modo de escueto resumen, podemos significar:

“Tras la llegada de los musulmanes a Córdoba, antigua ciudad patricia, algunos godos de estirpe regia que no perecieron ante la espada, ni el hambre, se dirigieron al reino Franco. Pero la mayor parte se metieron en tierra de los asturianos, allí eligieron a Pelayo como príncipe. Tras conocer el hecho, los sarracenos enviaron 200.000 hombres a acabar con él, pero primero los hombres fieles a Don Pelayo y luego la providencia del señor que sepultó a 63.000 junto al río Deva acabaron con dicho ejército”.

Conclusiones.

A parte de las evidentes exageraciones para encumbrar al primer rey de Asturias, lo evidente es que Alfonso III y junto a él, los hombres y mujeres del reino Astur se sentían herederos de los visigodos en la conservación de la religión cristiana. Para ello a través de las diferentes crónicas completadas por Alfonso III se busca un nexo político en común entre ambos reinos, visigodos y astures, con el firme propósito de justificar ante la iglesia y el pueblo la necesidad de expandir los territorios cristianos en detrimento de los musulmanes.

De esta forma la religión se convirtió en el principal motivo para “reconquistar” Hispania, en definitiva, fue lo que más unió a todos los reinos que acometieron la expansión por los territorios musulmanes de la Península Ibérica. Es evidente que durante los cerca de ocho siglos que esta duró, intervinieron motivaciones de amplio espectro, sociales, económicas, culturales, etc. Pero “lo que habían perdido” estos hombres y mujeres, principalmente fue su religión, introducida ya en tiempos del Imperio Romano y eso es lo que debían recuperar. El concepto “Reconquista” lo debemos asignar exclusivamente a la religión, y a mi entender siempre que hablemos de “Reconquista cristiana”, no estamos incurriendo en ningún tipo de error histórico. Otro caso es nombrar “Reconquista” sin el correspondiente apellido, hecho que puede generar más dudas sobre su veracidad histórica.

repositorio.uam

condadodecastilla.es

Imágenes:

commons.wikimedia

6 comentarios en «¿Conquista o Reconquista?; las Crónicas de Alfonso III de Asturias (866-910).»

  1. Interesante y controvertido tema.

    En este caso se basa la opinión en los textos de Alfonso III, el cuál parece ser que buscaba una justificación para extender sus territorios lejos de Asturias y el cuál parece ser que sí descendía de godos (del duque Pedro de Cantabria).

    Sin embargo el rey Alfonso II echa la culpa a los godos de la conquista musulmana de la península ibérica (probablemente el uso del término “Hispania” sea más como concepto geográfico, como sinónimo de península ibérica, que como concepto político, que como sinónimo de reino visigodo), estableciendo por tanto una ruptura con los godos a pesar de ser también descendiente de godos, por lo tanto parece claro que este rey no buscaba reconquistar territorios godos y no tengo muy claro que buscara reconquistar territorios cristianos si no simplemente asegurar la supervivencia de su reino (un reino que como acabo de decir no consideraba heredero del visigodo y que se expandía a base de conquistas y no de reconquistas).

    Si nos remontamos a los orígenes mismos del reino de Asturias parece más que probado que el rey Pelayo era astur y no godo por lo que evidentemente no buscaba reconquistar el reino godo, y ni siquiera se podría decir que quería conquistar el reino godo ya que ya no existía, como mucho querría conquistar el territorio musulmán y expandir su reino. En realidad en esta primera época parece que no se busca tanto una expansión territorial del reino como simplemente asegurar la independencia del pueblo del rey Pelayo, los astures, idea que parece reforzada por el uso por parte de los primeros reyes asturianos del término “princeps” (con fuertes connotaciones indigenistas astures) frente al término “rex” que parecería más lógico, o por la denominación posterior de “Asturorum Regnum”, literalmente Reino de los astures y no Reino de Asturias. Incluso tal vez sea más correcto referirse como caudillos, jefes, líderes,…, de los astures que como reyes a los primeros reyes asturianos.

    Y desde el punto de vista religioso Pelayo y su hijo Favila son enterrados a su muerte en dolmenes megalíticos y la batalla fundacional del reino se produce en Covadonga, un lugar sagrado desde mucho antes de la cristianización de Asturias, lo cual demuestra que al menos Pelayo y su hijo Favila si bien eran cristianos mantenían prácticas de la religión celta-astur previa a la cristianización, lo cuál unido al hecho de que zonas más critianizadas de la península ibérica no tuvieron problema en convertirse al islam o al menos permitir la dominación musulmana parece indicar que el tema religioso no fue determinante en la independencia y expansión del reino.

    En resumen, parece probado que en los primeros años del reino no había voluntad de reconquistar nada (ni política ni religiosamente hablando) y ni siquiera de conquistar, solo de asegurar la independencia de los astures, y si el reino se expandió fue por la necesidad de buscar aliados que también buscaban garantizar su independencia frente a un enemigo tan fuerte como los musulmanes, primero en los cántabros y más tarde en los vascos y los gallegos. De hecho incluso los gallegos y los vascos intentaron independizarse de los astures pues se consideraban pueblos diferentes (no eran hispano-romanos ni godos, eran astures, vascos y gallegos) y la religión no era un aglutinante tan fuerte.
    Tal vez más tarde el componente religioso tomara más importancia pero en cualquier caso tampoco parece claro hasta que punto se buscaba una reconquista de la Hispania cristiana o simplemente ganar territorios a los musulmanes y expandir el reino (de hecho tampoco fue una época de gran expansión territorial, solo de mantener los territorios gallegos, astures, cántabros, algunos vascos y una tierra de nadie al norte del Duero).
    Solo con Alfonso III se adopta una política expansionista justificada por la reconquista del reino visigodo, por lo que en mi opinión no se puede hablar de “Reconquista” y en caso de hacerlo limitarlo a los últimos años de reino de Asturias casi 2 siglos después de la batalla de Covadonga.

    1. Muchas gracias por ilustrarnos, ciertamente es un tema como bien dices interesante y controvertido. La escasez de fuentes da un plus de curiosidad a la época.

    2. Repetir «parece… parece.. parece…», no es argumento ni demuestra nada. No te lo tomes a mal ni lo digo para llevarte la contraria, pero no estás argumentando sino compartiendo tu particular visión de las cosas. Para cuando llegaron los musulmanes, hacía ya siete siglos que los hispanos estaban viviendo en Hispania, plenamente instalados y consolidados como sociedad, y era una sociedad culturalmente muy rica y económicamente dinámica a pesar de las penurias de la época, aparte de tener usos y costumbres, y de tener sus propios gobernantes, ¿te parece que después de todo eso, llegan unos invasores, y los hispanos pasan olímpicamente y no tienen sentimiento de pérdida? En algunos casos hubo pactos con los gobernantes locales, pero en otros como Córdoba o Zaragoza, los musulmanes asesinaron y arrasaron, y eso necesariamente tuvo que provocar un impacto trágico sino en todos, sí al menos en parte de los hispanos que llevaban allí tantísimo tiempo viviendo y desarrollando sus vidas y recordando y rememorando a sus antepasados, como lo provocaría en cualquier pueblo, porque los hispanos, producto de la romanización y de tantos siglos de existencia en Hispania, ERAN UN PUEBLO. Negar que hubiera un sentimiento primero de pérdida y luego un deseo de recuperación es un atentado a la más simple lógica, y si ese deseo se manifiesta y se registra en fuentes históricas, negarlo es un atentado a la historiografía. Involuntario, pero atentado, un despropósito, vamos.
      En época de los visigodos, los autores y cronistas de la época hablan indistintamente de Hispania y del Reino, la identificación entre Hispania y la monarquía goda es total, de hecho, a partir de Suintila los reyes godos pasan a titularse HISPANIE REX, e incluso estaba ya generalizado la deformación del término «Hispania» que era el de «Spania». Seguro que Alfonso III exageró sus crónicas, pero de hecho recogió un sentimiento de pérdida que se recoge por ejemplo en las crónicas mozárabes del siglo VIII.

  2. Desde mi punto de vista existe un error muy grave y yo diría que mal intencionado sobre todo por algunos historiadores afines al movimiento, en considerar a Asturias un reino. Efectivamente las crónicas hablan del “Asturorum Regnum”, es decir Reino de los astures. No tiene ningún sentido que se hable del reino de Asturias y que lo hagan desaparecer y pase a llamarse reino de León. No es entendible que cuando tu dominas un territorio bajo una denominación concreta abandones esta, no tiene sentido ninguno. El sentido es que los reyes de los astures denominaban su reino según donde estuviera su considerada capìtal. Durante muchos años la capital del reino Astur cambió de ciudad hasta asentarse definitivamente en la ciudad de León. Por ese motivo, y no por otro pasó a la historia el reino de los Astures como reino de León.

  3. Gracias por el muy buen artículo, muy ilustrativo y permite darse cuenta, sin ser experto pero muy interesado en la obtención del conocimiento que entrega la historia, que en este caso los componentes políticos, religiosos y territoriales no permiten cambiar el termino, dejándolo como Reconquista y perfectamente mencionado como reconquista cristiana.
    Saludos.
    Fernando Maureira
    https://hermandaddelgrifo.blogspot.com

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